El nuevo presidente de Irán, Hassan Rouhani, realizó el juramente del cargo este domingo, reemplazando al controversial Mahmoud Ahmadineyad.
Rouhani, de 65 años, un clérigo moderado, ganó las elecciones de junio con apoyo de los reformistas. Su campaña giró alrededor de una plataforma de “esperanza y prudencia” en que apeló tanto a los votantes conservadores como a los que buscaban reformas.
Prometió mejorar la economía y disminuir el desempleo. Y como exnegociador nuclear, dijo que reducirá la tensión entre Irán y el mundo abordando las sanciones relacionadas con el programa nuclear iraní.
En un comunicado, la Casa Blanca lo felicitó e indicó que el nuevo gobierno tiene “una oportunidad” para “resolver las preocupaciones de la comunidad internacional sobre el programa nuclear de Irán”. Si Irán se compromete con el tema nuclear, agregó, “encontrará un socio en Estados Unidos”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que si bien el presidente de Irán cambió, “la meta del régimen no ha sido sustituida”.
“La intención de Irán es desarrollar su capacidad nuclear y armas nucleares para destruir al Estado de Israel”, dijo Netanyahu en la reunión semanal con su gabinete.
Rouhani, excomandante de las fuerzas de defensas aéreas de Irán, lideró tres consejos de guerra y defensa. Fue asesor de seguridad nacional para el presidente 13 años antes de que Ahmadinejad llegara al poder.
Tiene tres grados académicos de jurisprudencia, incluido un doctorado en una universidad en Escocia. Como presidente de un centro de investigación estratégica de Irán, suele publicar ensayos.
El ayatolá Alí Hoseini Jamenei es el líder supremo de Irán.
Rouhani será un “presidente mucho más poderoso de lo que Ahmadinejad jamás soñó, o incluso más que todos antes de él”, dice Hamid Dabashi, profesor de estudios iraníes y literatura comparada de la Universidad de Columbia.
“Esto es porque sus credenciales revolucionarias son absolutamente impecables. Es muy cercano a Jamenei y al establecimiento militar y de seguridad”, dijo Dabashi a CNN.
No obstante, no tendrá el poder de llegar a un acuerdo con Occidente por su cuenta, dice Dabashi. “Irán es un régimen muy complicado constituido por establecimientos militares, clericales, de inteligencia y de seguridad”.
Nazila Fathi, quien fue corresponsal del New York Times en Teherán por 10 años, dice que Rouhani “no es un reformista, incluso partiendo de los estándares de Irán. Respaldó la violenta represalia del gobierno contra el movimiento democrático estudiantil en 1999 y nunca se ha alineado formalmente en el campo reformista”.
Además, no está claro si los aliados de línea dura de Jamenei “le permitirán a Rouhani hacer cambios reales”, escribió Fathi, ahora miembro del Centro Belfer de Harvard, en una columna para CNN.com.
“El presidente establece el tono para la política nacional y extranjera y puede hacer campo para voces más moderadas en la política. Pero tiene poco poder comparado con la autoridad que la constitución le da a Jamenei. Si Jamenei está dispuesto a terminar con la presión internacional por el programa nuclear de Irán, Rouhani representa una oportunidad perfecta”.
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