Es una fascinante escena surrealista. Ocho pequeños vehículos aéreos no tripulados – llamados quadrotors – comienzan a elevarse desde el suelo, al unísono.

Ellos se mantienen a cierto nivel, llenando la habitación con un zumbido fuerte. A continuación, pasan a través de una ventana improvisada, uno a la vez, y se vuelven a formar como grupo, del otro lado.

Esto no está pasando en una película de Spielberg, y no es ciencia ficción.

Estos robots voladores están en el Laboratorio de Automatización, Detección y Percepción de Robótica General, en la Universidad de Pennsylvania.

“Se trata de un robot que es completamente autónomo”, dijo el estudiante de doctorado, Mateo Turpin.

El laboratorio es el sueño de un ingeniero mecánico. Quadrotors en todas las formas, tamaños y colores – y en distintos grados de montaje – cubren casi todas las superficies.

Lo más notable es el estado del sistema de captura de movimiento Vicon en el laboratorio.

Cámaras infrarrojas colocadas en toda un área de zona de pruebas de vuelo, comunicadas con sensores diminutos en los quadrotors, que alimentan a un sistema de navegación, en una computadora.

“Tenemos el sistema Vicon, o las luces rojas, que nos permiten averiguar dónde está el robot”, explicó Turpin.

“Entonces somos capaces de enviar comandos acerca de lo que nos gustaría hacer y el grupo de comportamientos que se verán”.

Turpin da a los quadrotors instrucciones sencillas a través de la computadora, pero los vehículos deciden por su cuenta cómo ir del punto A hacia un punto B.

El resultado es un deslumbrante despliegue de formaciones, círculos en el aire para superar obstáculos, en sincronía.

Otros quadrotors en el Laboratorio han trabajado juntos para transportar carga y construir estructuras.

“Estos robots son capaces de recoger estos simples ladrillos, similares a los de LEGO, y llevarlos de un lugar a otro”, dijo Turpin.

Pero quizá el momento más memorable de los quadrotors ocurrió cuando tocaron instrumentos para interpretar uno de los temas de James Bond.

El video tuvo más de 3 millones de reproducciones en YouTube.

Aunque buscan divertirse, Turpin y sus colegas tienen como meta final darle un buen uso a los quadrotors, afuera del laboratorio.

Después del terremoto de 2011 en Japón, un equipo de la Universidad de Pennsylvania y la Universidad de Tohoku, en Sendai, llevaron quadrotors a la zona de desastre.

Dirigido por Vijay Kumar, exdirector y profesor del laboratorio en Pennsylvania, lograron algunos logros notables.

Entre ellos: el envío de quadrotors – equipados con cámaras y láser – en un edificio inestable, para ver qué tipo de información podían obtener.

“Entramos en el edificio derrumbado, estudiamos tres pisos”, dijo Kumar. “Tenemos mapas tridimensionales, y hemos sido capaces de mostrar que este tipo de cosas son factibles ahora”.

Los quadrotors también podrían utilizar sensores para detectar los niveles de radiación y otros peligros biológicos, dijo Kumar. Eso podría ayudar a mantener a los socorristas lejos de algún daño.

Por ahora, la mayoría de las investigaciones sobre estos robots está siendo realizadas en el laboratorio. Sin embargo, su potencial parece estar en las nubes.

(CNN)