“La muerte resolverá todos tus problemas”, “diez de cada diez personas muertas bajan de peso”, “la muerte te dejará sin aliento”. Así bromea Caleb Wilde sobre el fallecimiento de las personas, suceso con el que, irónicamente, se viene ganando la vida desde hace más de 10 años.

Wilde, ex estudiante de teología, es director fúnebre, como se le llama a su cargo asesorando los pasos a seguir y la organización de los servicios cuando alguien muere, es decir, la urna, el vehículo, el maquillaje, los arreglos florales y el religioso que dice las palabras de despedida.

Desde 1888 su familia ha estado ligada a este negocio y Wilde rehuyó de su destino laboral, hasta que se dio cuenta que le sería muy difícil mantenerse económicamente, haciendo trabajos humanitarios en Madagascar.

Hoy, con doce años en el rubro funerario, quiso marcar la diferencia de las otras generaciones de su familia, compartiendo sus reflexiones al trabajar todos los días con la muerte a través de internet, y ya cuenta con más de 8 mil seguidores en Twitter y según informó a NBC News, su blog “Confessions of a Funeral Director”, recibe al mes cerca de 80 mil visitas. 

“Es una tragedia no pensar en la muerte (…) Te da una perspectiva importante de la vida”, aseguró el hombre de 32 años.  “Tendemos a pensar que somos inmortales (pero) la vida es muy fugaz”, aseguró, agregando que tiene como objetivo que sus lectores también se cuestionen el fin de sus días, de modo que aprendan a apreciar el aquí y el ahora. 

Para eso, Wilde ha ocupado algunas dosis de sarcasmo y humor, que ya le ha valido varios detractores que le envían mensajes de odio por tomarse, por ejemplo, una selfie dentro de un ataúd con su “mirada de muerto” o revelar que en muchos lugares de Estados Unidos –donde es común embalsamar a los muertos-, “todo lo que se saca del cuerpo va directo al desagüe y sale al alcantarillado público. Ahora ya lo saben”.

Pero entre sus seguidores, lo que más atesoran de sus posteos, son sus columnas que hablan de cómo es la vida diaria de un hombre que vive de ayudar a la gente triste a enterrar a sus muertos y cómo, por el mismo motivo, ruega para las fiestas de fin de año, por ejemplo, que nadie fallezca.

“Si la muerte ha encontrado un asiento en tus cenas de celebración de fin de año, revélate contra ella (…) demuéstrale que puedes aún puedes vivir, que aún puedes amar, que aún puedes sonreír. Que todavía puedes ser agradecido. Haz un brindis por la vida y el amor. Pon a la muerte celosa, y vive”, escribió.

“Todavía hay tiempo para que tengas otro hijo”: Los mejores y peores pésames

Asimismo, Wilde entregó en su blog varios consejos acerca de cómo comportarse en velorios y funerales que bien podrían ser útiles para aquellos poco experimentados y que, simplemente, se ponen muy nerviosos en esos momentos y no saben bien qué hacer.

Por esto y tomando en cuenta que unas sanadoras palabras pueden ayudar a pasar el duelo –según explicó-, citó a Grief.com, una página web dedicada al tema de la muerte, para mencionar algunas las peores y mejores cosas que se pueden decir en un funeral. 

Entre las peores están: “Por lo menos vivió harto. Mucha gente muere joven”, “está en un mejor lugar”, “todo pasa por algo”, “todavía hay tiempo para que tengas otro hijo”; “era una persona tan buena, que Dios quiso que estuviera con Él”, “sé cómo te sientes”, “hizo lo que tenía que hacer aquí y llegó su momento de partir” y “sé fuerte”.

En cambio, entre lo que sí sería bueno decir, están cosas tan simples como: “Siento tanto tu pérdida”, “desearía tener las palabras adecuadas, pero espero que sepas que lo siento mucho”, “no imagino cómo te sientes, pero quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte en lo que pueda”, “mi recuerdo favorito de (el que falleció) es…”; a lo que se suman solo dar un abrazo o no decir nada, sino que acompañar al que sufre.

“Si estás en un funeral, el mejor consejo que te puedo dar es que apagues tu celular”, dice en otro posteo de su blog, referente a la “etiqueta del celular”.

“(Pero) los funerales también se transforman en reuniones familiares. Así que uno saca su celular y le muestra a los parientes las fotos más recientes de los hijos (…) Así que si vas a dejarlo encendido, ponlo, preferiblemente, en silencio o, al menos, en vibrador”.

En cuanto a comunicarse mediante mensajes de texto o chat –una manera más silenciosa de hablar con el celular- Wilde recomienda ojalá, irse a un lugar más privado, “sin embargo, el sexting (mensajes subidos de tono con corte erótico) está fuera de lugar en cualquier momento del funeral”.

Para aquellos que, con buena intención y a modo de homenaje, suelen tomar una fotografía del familiar fallecido, dentro de su ataúd, Wilde aconseja pedir el permiso pertinente a los familiares más cercanos, antes de que comience el velorio, porque luego es poco probable que pienses con claridad las cosas, debido a la tormenta de sentimientos que van apareciendo en la jornada. 

“Si llevo a los niños, ¿pueden jugar ‘Angry Birds’?”, se pregunta a sí mismo, por la duda frecuente que existe en los padres que no saben cómo calmar el espíritu lúdico de sus niños en momentos en que necesitan un ambiente tranquilo. “Tiene sentido (que jueguen) pero apaga el sonido. Nadie necesita escuchar pájaros gritando o cerdos resoplando”, escribió, agregando que también sería bueno dejar a los menores en un lugar donde no puedan distraer a los presentes con algún grito espontáneo de felicidad por haber pasado de nivel en el videojuego.

Ojo con la gente mayor, poco conocedora de la tecnología en teléfonos, que probablemente sufrirán por una llamada en mitad del responso, hasta que alguien le enseñe dónde está el botón para poner en silencio su celular. 

Respecto a aquellos que no respeten el momento, y cuyos celulares suenen una y otra vez, Wilde animó a los presentes a pedir directamente que apaguen el aparato.

Emol