Desde los búnkers y torres de vigía a lo largo de la frontera de Israel con Siria, hay poco que se pueda hacer al respecto fuera de construir una cerca fortificada con 6 metros de altura de acero corrugado. Esta cerca es mucho más alta e imponente que la reja con alambre de púas  que alguna vez separaba estos dos países.

Debajo de la tierra hay sensores que detectan infiltraciones, cámaras monitorizan todo lo que pasa. Obreros militares han trabajado día y noche construyendo la cerca por los últimos meses y llevan 80 de 100 kilómetros que se planean instalar.

Pero tan sólo es una reja, cerca del pueblo de Madariya, soldados sirios e israelíes pueden verse sin usar binoculares.

Municiones de morteros errantes ocasionalmente pasan por encima de la reja y caen en bases militares israelíes. Cientos de soldados sirios heridos han llegado a hospitales israelíes que se encuentran cerca de la frontera.

Recientemente han habido problemas humanitarios y de seguridad cuando cientos de refugiados sirios decidieron acampar a lado de la cerca con la esperanza de que no serán atacados tan cerca de la frontera israelí.

En Alonei Habashan, aproximadamente a un kilómetro y medio de distancia de la frontera, unos 300 residentes judíos dicen que sus vidas cotidianas han sido afectadas por el sonido de explosiones y disparos a lo lejos.

“Nosotros estamos aquí tomando vino mientras que allá, a lado, caen bombas a cada rato, es una verdadera lástima,” dijo Yaron Dekel de 37 años, un bioquímico que vive con su esposa e hija de un año.

El gobierno israelí oficialmente no ha tomado lado con ninguno de los dos bandos, pero muchos líderes israelíes han dicho que la situación mejoraría sin el presidente sirio Bashar Assad aunque eso implique que radicales islamitas tomarán el poder.

Israel ha prometido no involucrarse en el conflicto con la condición de que Assad no transfiera armas avanzadas a Hezbolá, una chiíta musulmana basada en el Líbano, que se ha involucrado en el conflicto a favor de Assad. Este año Israel ha bombardeado alijos de armas que creían que serían transferidas a Hezbolá.

Se dice que hay al menos unos 6 mil militantes islamitas operando dentro de Siria, infiltrando pueblos y construyendo una infraestructura sigilosamente. Aunque no han atacado a Israel, los comandantes del ejercito Israelí los consideran el mayor riesgo a largo plazo. Se cree que estos militantes han usado el conflicto en Siria como entrenamiento de combate.

“Sólo es cuestión de tiempo antes de que los militantes islamitas ataquen a Israel,” dice el General de Brigada Gal Hirsch. “Si no fuera por la ayuda de Hezbolá, el conflicto ya habría terminado. Tenemos que estar listos para lo que sea.”

Publicado por Othón Vélez O’Brien.