
La saturación visual y emocional de la vida moderna toma forma en el videoclip de “Jump Cut”, el más reciente lanzamiento de la banda canadiense Corridor. Dirigido y diseñado por el artista visual Winston Hacking, con animación a cargo de Philippe Tardif, este trabajo audiovisual es un torbellino de estímulos que refleja, sin filtros, los efectos desorientadores de la tecnología en la experiencia cotidiana.
Desde el primer segundo, el video captura la atención con una estética caótica pero cuidadosamente construida. Hacking recurre a la técnica del collage en papel recortado, combinando imágenes de archivo con elementos gráficos manipulados digitalmente. El resultado es una secuencia de escenas que parecen saltar entre capas del tiempo y la memoria, emulando el ritmo fragmentado con el que hoy consumimos imágenes, información y emociones.
El título, “Jump Cut”, alude a una técnica de edición cinematográfica en la que una escena salta abruptamente a otra sin transición fluida. Aquí, ese recurso no solo es literal: se convierte en una metáfora visual del ritmo frenético con el que vivimos y nos relacionamos en la era de la hiperconectividad. Las figuras se superponen, se cortan, se duplican, mientras el beat enérgico de la canción nos impulsa hacia adelante, casi sin darnos espacio para respirar.
Más que acompañar la canción, el video se convierte en una extensión de su discurso. A través de sus texturas visuales y movimientos acelerados, plantea una crítica silenciosa —pero poderosa— a los efectos colaterales del mundo digital. Hacking y Tardif logran así una pieza que no solo cautiva por su técnica, sino que también invita a reflexionar sobre cómo habitamos este presente sobreestimulado.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.