Pocas personas han tenido tanto impacto en las actitudes chinas hacia la sexualidad e igualdad de género como Jin Xing.
Un ícono cultural vivaz y descarado, Jin Xing (o Golden Star) allanó su camino al estrellato como bailarina-coreógrafa de la Compañía de de Baile Jin Xing de Shanghai, una de las primeras compañías de danza moderna en China que no pertenecen al gobierno.
Jin también surgió como uno de los emblemas más prominentes (y controversiales) de la libertad personal e igualdad de género en China. Fue una de las primeras personas en someterse a una operación de cambio de sexo; y fue la primera reconocida oficialmente por el gobierno chino.
La historia de Jin adquiere un significado distinto en el contexto chino. Aunque el muro de puritanismo construida alrededor de las costumbres sexuales de China se ha derrumbado gradualmente, pero los estereotipos sexuales y la reticencia tradicional china permanecen.
Conocí a Jin Xing por primera vez en 1994, cuando era un hombre. Acababa de regresar a Beijing después de pasar cuatro años en Estados Unidos, aprendiendo danza moderna de mentores como Martha Graham, y bailar con compañías profesionales en Roma, Italia y París, Francia.
En ese momento, Xing de 26 años quizá era el mejor bailarín en China, admirado por sus furiosas piruetas, altísimos saltos y deslumbrante coreografía.
Un año después, Jin decidió cambiarse de sexo. “Cuando tenía seis años, pensé que debía ser una mujer (…) Sabía que algo andaba mal, pero no sabía qué estaba mal o qué estaba equivocado. Tuve un momento confuso. Me preguntaba si quizá era homosexual, pero al final dije, no, debería regresar a mí mismo”.
Fue una decisión difícil. La homosexualidad todavía era considerada un crimen y estaba catalogada oficialmente como “trastorno mental”.
“Era un gran tabú en 1995 (…) El mejor bailarín del país se convierte en una bailarina; eso es demasiado para la sociedad y el gobierno chinos”, recordó Jin.
Afortunadamente para Jin, la sociedad y el gobierno tomaron un rumbo laissez-faire. “Cuando las cosas no son certeras, nosotros los chinos siempre tomamos la actitud, retrocedemos o nos quedamos allí, para dar algo de tiempo y espacio y permitir que las cosas ocurran naturalmente y se vuelvan correctas. Fue realmente desafiar los límites de la sociedad pero tuve confianza en mí”.
La madre de Jin no era tan optimista. Estaba preocupada de que la cirugía no saliera bien y temía por el futuro de su hijo. Jin se preocupaba por lo que diría su padre, un oficial del ejército.
A los 28 años, Jin se sometió a cirugías de cambio de sexo. Su operación final tardó 16 horas.
Jin recuerda sentarse en el hospital y decirle a su padre: “Tu hijo se convirtió en tu hija”.
El oficial del Ejército Popular de Liberación se quedó brevemente sin palabras, pero después de fumar un cigarrillo, le dijo a Jin: “Hace 22 años, te vi y me pregunté, tengo un hijo pero se ve como una niña. Así que 28 años después, te encontraste. Felicidades”.
La nueva mujer prosperó con más encanto y efervescencia. Recuerdo ver a Jin algunas veces en Half Dream, un bar que abrió en Beijing y que brevemente se convirtió en un centro para artistas locales y expatriados.
Recuerdo verla manejar en un VW Beetle verde, mientras iba de una junta a la otra, vestida en minifaldas, blusas coloridas y tacones.
En 2000, la vida de Jin cambió de nuevo. Se volvió madre, al adoptar a tres huérfanos chinos: Leo, Vivian y Juian. Poco después, se casó con un alemán, Heinz Gerd Oidtmann.
“Todo es legal”, dijo con entusiasmo en su voz grave, al referirse a su cambio de sexo, matrimonio y adopción. “Pero importa cómo la sociedad te acepte y digiera el estatus; depende de ti convencerlos”.
Mientras tanto, aunque la homosexualidad fue despenalizada en 1997 y fue eliminada de la lista oficial de trastornos mentales en 2001, la comunidad LGBT de China continúa con la lucha en contra del estigma social y la discriminación legal.
Debido a que el gobierno chino permanece en gran medida en silencio sobre el tema de la homosexualidad, se arriesgan a recibir sanciones oficiales o acoso donde quiera que se reúnan, organicen u ofrezcan servicios dentro de la comunidad. No hay leyes ni regulaciones aplicables que rijan el matrimonio y divorcio gay, la custodia de niños, adopción y otros temas relacionados.
Las parejas LGBT no son reconocidas como familias constitutivas.
Sin embargo, con una comunidad transgénero que se estima en aproximadamente 400,000 personas, el gobierno chino les concedió derechos civiles que les permite cambiar sus tarjetas de identidad y pasaportes, y reconocer legalmente sus matrimonios después del cambio de sexo.
“Aún está en un periodo de lucha, pero mejora”, dijo Jin.
La voluntad de Jin de revelar (y disfrutar) su historia de cambio de sexo aún genera controversia.
Cuando no baila y hace coreografías, actúa en películas y aparece como juez en las versiones chinas de Dancing with the Stars y American Idol.
¿Es un buen modelo para seguir para la juventud china?
“No quiero ser un modelo a seguir”, contestó, al mostrar una sonrisa mientras echaba para atrás su cabello. “Solo quiero ser yo misma. El próximo mes, lanzaré un libro, en el que digo, ‘no quiero cambiar el mundo, pero tampoco quiero que el mundo me cambie demasiado’. Solo quiero ser yo misma”.