El concepto de enfermedades de transmisión sexual (ETS) inmediatamente nos remite al SIDA, la sífilis o la gonorrea. Sin embargo, pocos piensan en la clamidia, una infección causada por la bacteria clamidia trachomatis y que puede tener graves consecuencias, especialmente para las mujeres.

Lo preocupante de esta enfermedad es que muchas veces no presenta síntomas, por lo que un portador puede propagarla sin saberlo. Según estiman los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, el 25% de los hombres y el 70% de las mujeres no presenta señales de la infección.

“En los hombres y las mujeres, puede desencadenar signos tales como secreción anormal y dolor, especialmente al orinar, pero en realidad no hay ningún síntoma absoluto”, señala la doctora Mary Jane Minkin, profesora clínica de ginecología y obstetricia en la Universidad de Yale  a la revista Women’s Health.

Aunque para los hombres rara vez conduce a un problema mayor, éstos pueden contagiar la enfermedad a las mujeres, y para ellas las consecuencias pueden ser mucho más graves. Si no se trata durante meses o años, las bacterias pueden propagar la infección a la uretra, vagina, cuello del útero, o al mismo útero y las trompas de Falopio.

En ese punto, se puede producir una condición llamada enfermedad inflamatoria pélvica (EIP), que causa intenso dolor y calambres. “La clamidia y la EIP son enormes causas de infertilidad en las mujeres”, dice Minkin, agregando que la infección por clamidia no tratada también puede hacer que tu sistema sea más receptivo al VIH. Asimismo, se corre el riesgo de que se produzca un embarazo ectópico (fuera del útero), lo que es potencialmente mortal para la madre.

La buena noticia es que esta enfermedad se puede detectar con un simple examen médico prescrito por tu ginecólogo y si descubres que efectivamente tienes clamidia, un tratamiento con antibióticos puede curar la infección en un par de semanas.

Prevención

Lo ideal es que las personas sexualmente activas se hagan un examen en busca del padecimiento una vez al año, especialmente aquellos que tienen múltiples parejas sexuales, o tienen un compañero sexual nuevo.

Una relación sexual mutuamente monógama con una pareja que no esté infectada es una forma de evitar esta infección. El uso apropiado de los condones durante la relación sexual generalmente previene la infección.