El muro en el puerto de Gaza sale al Mediterráneo unos 100 metros de la terraza de el hotel de al-Deira, la base para muchos periodistas cubriendo el conflicto en Gaza. El primer proyectil de artillería cayó un poco antes de las 4 pm mientras el periodista, Peter Beaumont escribía en su terraza en el hotel.

Luego hubo una explosión ensordecedora cuando el proyectil dio con la estructura en el muelle, un lugar donde ya han caído proyectiles en el pasado, donde los pescadores suelen ganar sus redes. Detrás del humo, Beaumont alcanza a ver cuatro figuras corriendo desesperadamente, salen del humo y juzgando por los tamaños de los cuerpos se da cuenta que son tres niños y un hombre.

Donde se termina la pared en el puerto y empieza la playa, hay unos cuantas tiendas de campaña de colores y sillas de playa que se usan en momentos más pacíficos. Las cuatro figuras saltan a la playa y empiezan a correr hacia el hotel para refugiarse.

Sólo después de eso descubrió Beaumont que hay cuatro muertos en la playa también, todos niños. Después del incidente se revelaron las identidades de los jóvenes.

El segundo proyectil cae y atrapa a los sobrevivientes mientras alcanzaban las tiendas y mientras explota, Beaumont y sus colegas le gritan a los soldados israelís que sólo son niños.

El hombre llega a la terraza primero, era un hombre flaco de 30 años. Gime con dolor, mostrando su camisa llena de sangre y se desmaya. Se lo llevan luego en un taxi de la calle.

Luego trajeron a los niños. Le levantan la camisa a uno para descubrir un hoyo causado por la metralla, del tamaño de un lápiz. Otro niño, ileso, se recarga contra la pared y llora a lado del primer niño.

El primer niño llora mientras le ayudaban a limpiar y desinfectar la herida. Haciendo muecas de dolor con una cara de pena porque le estaban checando debajo del pantalón para ver si no había más daño.

Un mesero agarra un mantel para usarlo como camilla, pero un fotógrafo toma al niño en sus brazos y se lo lleva a la ambulancia que acaba de llegar.

Otros trabajan en el último sobreviviente, un niño mayor. Sus brazos están heridos y unas bendas en su cabeza apenas logran parar la sangre. También es llevado rápidamente a la ambulancia.

En menos de 10 minutos todo se acabó, hasta el humo donde fue la explosión ya se disipó.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.