Cuando eres niño, compartir tus juguetes o dulces es lo mismo que si te castigaran. Los niños normalmente no quieren compartir sus cosas, al menos no inmediatamente. La neurociencia nos explica por qué.

Según un nuevo estudio, requiere de un proceso mental más controlado para que los niños sean generosos. Aunque los niños tienen una respuesta emocional inmediata en el cerebro cuando presencian comportamientos positivas o negativas, decidir   compartir algo llega después de evaluar la situación completa y reflexionar sobre la moralidad de estas decisiones.

Investigadores grabaron la actividad de niños entre 3 y 5 años mientras veían situaciones de ayuda y otras dañinas y luego tuvieron que decidir cómo tratar a otros niños que no conocían.

A los niños les regalaron 10 calcomanías y luego les dijeron que al próximo niño que entrara no le iban a tocar calcomanías. Luego los investigadores le preguntarían a los niños que si querían compartir sus calcomanías con el otro niño. Los niños generalmente compartieron dos o menos de sus diez calcomanías.

Según la investigación, el juicio de los niños fueron influenciados inmediatamente por los videos de situaciones que les fueron mostrados, pero sólo eligieron ser generosos después de procesar cuidadosamente estas situaciones. Este es el primer estudio que vincula la evaluación moral inmediata con el comportamiento moral y que muestra específicamente dónde en el cerebro toman lugar estas decisiones.

En una época del año donde el altruismo prevalece, el estudio indica que podría ayudar a¡a los padres que buscan inculcarles la generosidad a sus hijos. Otras investigaciones muestran que recibir también tiene muchos beneficios de salud, incluyendo menores niveles de estrés, una disposición más positiva y mayor longevidad.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.