Tradicionalmente la gota se ha asociado a la realeza y a las personas ricas y bebedoras que llevan una vida de excesos. Pero para aquellos cuya vida no se parece en lo más mínimo a la de los caballeros victorianos, tener esta forma de artritis no es ningún motivo de risa.

“Sí”, dijo el médico. “Lo más probable es que sea gota”. Casi estallo en risa.

¿Gota? ¿No es eso algo que afecta a los glotones envejecidos de cara enrojecida que pagan el precio de años de inflexibles excesos?

Aparentemente no. Al menos, no siempre. Si bien algunas veces puedo tener la cara roja -y nunca pude entrar en unos pantalones a lo Mick Jagger- también salgo a trotar con regularidad, llevo una dieta bastante balanceada, no fumo y me sumerjo en alcohol mucho menos que la media de tipos que ya tienen su sexta década.

De hecho, acudí al médico pensando que la causa de mi malestar era algo mucho más glamoroso: una fractura de fatiga en el metatarso causada por jugar demasiado a tenis.

“Algunas veces no tiene nada que ver con el estilo de vida”, continuó explicando el médico. “Puede deberse a un metabolismo pobre o sólo mala suerte”.

Como no me convenció su explicación, logré que me mandara a hacerme unos rayos-X, que revelaron que estaba equivocado con mi teoría de fractura de fatiga.

Mala suerte

Definitivamente era mala suerte, una mala suerte extremadamente dolorosa. La gota ha sido descrita -al menos de forma anecdótica- como el “parto masculino”.

Mano con gotaLa gota afecta las articulaciones por la acumulación de cristales de ácido úrico.

En efecto, la noche antes de acudir al médico fue una muy larga. Incluso la presión de poner mi pie bajo las sábanas para descansar en la cama fue demasiado.

Probé todas las posiciones que se me ocurrieron para dormir y al final pude conciliar el sueño cuando me acomodé a media altura de la cama, de manera tal que mi pie quedara colgando en el aire.

Ser diagnosticado con gota es -a juzgar por las respuestas de aquellos que no la tienen- una de las pocas enfermedades que admiten bromas sin mala intención que los humanos todavía pueden desarrollar.

La mayoría de la gente no bromea sobre el cáncer ni tiene en la punta de la lengua un repertorio de chistes de enfermedades cardíacas. Sin embargo, la gota es un asunto distinto.

Después de explicarle el motivo de mi ausencia en el trabajo, recibí de mi jefe un texto bastante comedido: “siento tu problema médico”.

Entonces, unas punzadas más tarde, me llegó la continuación: “¿Implica alguna amputación?”

De vuelta en el trabajo, otro colega expresó asombro al enterarse de mi enfermedad. “¿No es algo que sólo afecta a los tipos viejos y miserables?”

La cuestión es que, no es nada gracioso. Además del malestar obvio, existen estudios médicos que sugieren que la gota es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardíacas y diabetes.

El dedo gordo, gordo

Articulación del dedo del pie con gota.

El síntoma clásico de gota es dolor e inflamación en la articulación. Con frecuencia afecta al dedo gordo, pero también puede perjudicar otras zonas -como las rodillas- y se origina por la creación de cristales de ácido úrico en las articulaciones.

El ácido úrico es un desecho que se forma cuando el cuerpo descompone sustancias químicas en sus células conocidas como purinas. Normalmente sale del sistema a través de los riñones, pero la gente con gota no lo puede hacer de forma eficiente y es entonces cuando se empiezan a formar los cristales.

A pesar de estar relacionada con el siglo XIX, la gota está en aumento. Un estudio descubrió que la cantidad de admisiones en hospitales por esta enfermedad ha aumentado un 7,2% al año en la última década.

Se puede controlar con fármacos y ayuda tomar mucha agua, pero aparentemente la depresión puede ser un riesgo para las personas con gota, esto se debe a la poca movilidad durante un ataque.

Sin embargo, lo más deprimente para mí fue la lista de golosinas que debo evitar, además de las carnes rojas, espárragos, espinacas y setas.

Ahogar mis penas tampoco es una opción. La cerveza y el whisky estaban en lo más alto de la lista de las prohibiciones.

También está el creciente aumento del riesgo de tener cálculo en los riñones, que -por lo que me han explicado- también puede ser tan doloroso como un parto, con lo cual pareciera que aquí se está desarrollando una melodía repetitiva.

Para aquellos que todavía están tentados de desestimar la gota a fin de tener un momento de risa, dejo la última frase de un contribuyente que publicó un comentario al final de un artículo de prensa sobre el aumento de los casos:

“La gota es la última advertencia metabólica de que el hombre encapuchado con la guadaña viene a buscarte”.

(BBC)