Las asociaciones de cardiología más importantes en Estados Unidos sorprendieron esta semana a la comunidad médica internacional al publicar las nuevas directrices de cómo tratar el colesterol.
Las directrices cambian completamente las reglas del juego. Los pacientes ahora no tendrán objetivos -un nivel al que deben llegar- sino que serán clasificados en cuatro grupos para los que se recomiendan distintos tratamientos con los fármacos conocidos como estatinas.
Esto significa que un tercio de los adultos que viva en EE.UU. deberá considerar la posibilidad de tomar estos medicamentos que disminuyen los niveles de colesterol, en contraste con el 15% de la población que lo hacía hasta ahora.
La otra novedad de la guía publicada por el Colegio de Cardiología de EE.UU. (ACC) y la Asociación Americana del Corazón (AHA) es que por primera vez no sólo se toma en consideración los infartos, sino también los accidentes cerebrovasculares.
El anuncio generó una polémica instantánea entre médicos y especialistas dentro y fuera de Estados Unidos. Los unos para apoyarlo y los otros para destacar el riesgo de efectos secundarios, así como el impacto sobre el desarrollo de medicinas y métodos alternativos.
Sin números
Para el doctor Luis Rodríguez Padial, vicepresidente electo de la Sociedad Española de Cardiología, la pérdida de los objetivos “puede suponer el relajamiento en el interés por alcanzar una meta, como cuando uno tiene un número que perseguir”.
“La primera intervención es sobre los hábitos de vida. Es decir, una dieta sana para el corazón, actividad física regular, mantener un peso adecuado y no utilizar productos del tabaco” – Martín Nieves, médico internista
“Cambiar esa actitud puede ser negativo, porque muchos pacientes se van a quedar por debajo de los niveles que se podrían alcanzar”, explica.
En el pasado, las personas con niveles extremadamente altos -190 o más- de colesterol malo, conocido como LDL, además de recibir un tratamiento con estatina (lipitor y sus genéricos), también se les prescribía bajar la cifra a 70. Esto último ya no es necesario, al menos en Estados Unidos.
Para el cardiólogo José Antonio Carbonell, del hospital Marina Baixa, en Alicante, España, estos cambios no tienen por qué ser particularmente negativos.
“A partir de la nueva clasificación por grupos de riesgo, el paciente recibe una menor sobrecarga de medicamentos y -por consiguiente- menos efectos adversos, menos interacciones entre fármacos, una mejor adherencia a los tratamientos y probablemente menor costo monetario”, dijo.
La nueva guía divide a los pacientes en cuatro grupos: los que ya están sufriendo enfermedades cardiovasculares, aquellos con niveles de LDL de 190 o más, adultos de más de 40 años con diabetes tipo 2 y adultos de más de 40 años con el 7,5% de riesgo a desarrollar alguna enfermedad cardiovascular en 10 años.
¿Tratamiento innecesario?
Sin embargo, Carbonell agrega que la nueva forma de calcular el riesgo de eventos cardiovasculares “no ha probado ser muy precisa con ciertos grupos poblacionales, lo que podría significar que algunas personas reciban tratamientos más fuertes de lo que posiblemente necesiten”.
El médico internista Martín Nieves, director de la unidad de Medicina Interna del Instituto Médico La Floresta, en Caracas, Venezuela, coincide con Carbonell en que “lo que se teme es que muchos más pacientes reciban estatina”.
Aunque por lo demás, opina, “es poco probable que los pacientes se vean afectados”.
“Al contrario, estas pautas son mucho más inclusivas”, explicó.
Hasta ahora, la evidencia científica coloca a la estatina como el único tratamiento farmacológico que ha probado tener un impacto en la reducción del colesterol, y quizás por ello estas nuevas recomendaciones dan tanto énfasis al medicamento.
“Sin embargo, la primera intervención es sobre los hábitos de vida. Es decir, una dieta sana para el corazón, actividad física regular, mantener un peso adecuado y no utilizar productos del tabaco”, aclara el doctor Nieves.
“La dieta mediterránea permite disminuir los niveles de colesterol en la sangre de forma muy natural”, apunta por su parte Carbonell.
No obstante, estas medidas naturales no pueden ser las únicas cuando existen niveles altos de colesterol y riesgo a desarrollar enfermedades cardiovasculares. En esos casos, los cambios en los hábitos de vida tienen que ir acompañados de un tratamiento con fármacos.
Muy pronto
“(La nueva guía) presenta una forma interesante de simplificar los grupos que pueden beneficiarse de las estatinas y que constituye una herramienta actualizada para tratar a nuestros pacientes” – José Antonio Carbonell, cardiólogo
“En las guías europeas, que cuentan con un sistema de objetivos. Dice que si se trata de un paciente diabético, que ha tenido un infarto, o que tiene insuficiencia renal -son pacientes de muy alto riesgo- bajar de 190 a 80 no es suficiente. Se debe procurar alcanzar 70, siempre y cuando tolere los fármacos”, indica Rodríguez Padial.
Ahora, en las guías estadounidenses lo que recomienda es suministrar estatina en dosis altas. “Seguro que bajas el colesterol, pero sólo en teoría tendrás los beneficios”, agrega Rodríguez.
Los expertos consultados coincidieron en que es pronto para arrojar conclusiones sobre cuál es el mejor tratamiento para el colesterol alto.
“(La nueva guía) presenta una forma interesante de simplificar los grupos que pueden beneficiarse de las estatinas y que constituye una herramienta actualizada para tratar a nuestros pacientes”, señala Carbonell, quien indica que ahora queda ver a mediano plazo cómo estas recomendaciones se van adoptando y cuáles son los resultados que van teniendo en Estados Unidos.
Sólo entonces otros países empezarán a considerar adoptarlas también.
Fuente: (BBC)