El monumento más famoso de la ciudad de Galilei, la torre de Pisa, que atrae cada año a unos seis millones de visitantes, está perdiendo su inclinación al ritmo de 2,5 centímetros recuperados en los últimos 12 años, según el último informe anual del Grupo de Vigilancia.
“Seguirá enderezándose un par de milímetros más para luego permanecer estable y empezar a inclinarse de nuevo”, aseguró Giuseppe Bentivoglio, director técnico de la Opera pisana, ente encargado del monumento, en un reportaje del periódico británico Daily Mail. Bentivoglio planteó que, “en teoría, sería posible enderezarla completamente”.
Otra cosa es que ocurra. “Los habitantes de Pisa están encantados con que la torre haya sido restaurada pero no con que se enderece”, declaró el alcalde de Pisa, Marco Filippeschi.
En realidad los movimientos de la torre son los resultados previstos de la restauración hecha en 1992 y luego en 1999. La primera intervención, dirigida por el profesor Michele Jamiolkowski, llevó a cabo la sustitución de parte de los fundamentos con materiales más estables, a su vez atados y reforzados con cables de acero. Siete años después, una excavación permitió reducir la inclinación del monumento.
Antes de las obras, la torre tendía a inclinarse precisamente por el otro lado, es decir, cada vez más. Lo que, aunque fuera al ritmo de poco más de un milímetro al año, significaba el riesgo de un derrumbe. Ahora, en cambio, según el estudio del grupo de vigilancia, “la torre está estable pero tiende a enderezarse”.