Apuntar a la excelencia no es del todo malo, pero a veces nuestras mentes perfeccionistas hacen la vida mucho más difícil de lo que debería ser. Si te obsesionas con errores mínimos, te sientes devastada por comentarios no tan estelares, y en general, te das un mal rato por ser humana, este es para ti. Compartamos esta… ¿peculiaridad? ¿Bendición? ¿Maldición? Es complicado.

Cada Decisión se Siente Agonizante

¡Siempre hay una “mejor” opción, pero descubrirla toma una eternidad! Ese debate interno – ¿Debo pedir la ensalada saludable o la hamburguesa que se ve buenísima? ¿Me atrevo con este atuendo audaz o es demasiado arriesgado? – es agotador. Las decisiones simples se vuelven grandes dilemas porque, ¿y si eliges mal? La parálisis por análisis puede ser debilitante, así que es importante tomar el control.

Empezar un Proyecto es Aterrador Porque ¿Y Si No Queda Perfecto?

¡Las páginas en blanco y los lienzos sin tocar te desafían! El miedo a no estar a la altura de tus propios estándares imposibles puede ser paralizante. La procrastinación se convierte en tu mejor amiga, alimentada por la ansiedad de que no será lo suficientemente bueno, así que, ¿para qué empezar?

Los Errores Mínimos se Sienten como Fracasos Catastróficos

Ya sea un error tipográfico, decir la palabra equivocada en una reunión, o cocinar la pasta un poco de más, estos inconvenientes menores arruinan desproporcionadamente tu día. Repasas el error una y otra vez en tu mente, estremeciéndote de vergüenza. Todos los demás ya han pasado la página, pero tú sigues recriminándote.

Te Comparas con Todo el Mundo

La presentación impecable de esa compañera de trabajo, la casa perfecta de tu amiga en Pinterest, la vida aparentemente increíble de la desconocida en Instagram… Ves los momentos destacados de los demás y asumes que tu desorden interno es mucho peor. ¡La comparación es el ladrón de la alegría, especialmente para las perfeccionistas!

Pedir Ayuda se Siente como Admitir la Derrota

Aunque te estés ahogando, la idea de admitir que no puedes hacerlo todo perfectamente sola te da escalofríos. Pedir ayuda te hace sentir insuficiente, aunque lógicamente sabes que colaborar es inteligente y que pedir apoyo es perfectamente normal.

La Palabra “Suficiente” te Hace Retorcerte

No es que no entiendas el concepto en teoría. Pero conformarte con menos de tu mejor esfuerzo provoca una rebelión interna. Aunque “suficiente” te ahorraría tiempo, estrés, y sería objetivamente aceptable, esa voz implacable en tu cabeza exige excelencia.

Terminar Cualquier Cosa es Difícil Porque Siempre Hay Algo Más que Ajustar

“Listo” es un concepto resbaladizo para las perfeccionistas. Siempre hay una edición más que hacer, una forma más de mejorarlo un poco. Saber cuándo parar y declarar algo verdaderamente terminado es una lucha constante, lo que lleva a que los proyectos se alarguen mucho más de lo necesario.

Te Cuesta Celebrar tus Logros Porque Inmediatamente Empiezas a Enfocarte en lo que Pudiste Hacer Mejor

¡Conseguiste esa promoción! ¡Aprobaste el examen! Sin embargo, en lugar de disfrutar del éxito, tu cerebro se fija en los pequeños errores o en las áreas de mejora para el futuro. Es difícil sentirte verdaderamente orgullosa cuando todo lo que ves son las formas en que “pudiste haberlo hecho mejor”, incluso si objetivamente lo hiciste genial.

La Crítica Constructiva, Incluso Cuando se Hace con Tacto, se Siente como un Golpe Bajo

Sabes que la retroalimentación es necesaria para el crecimiento. Pero como tu trabajo se siente como una extensión de ti misma, cualquier crítica puede desencadenar una defensiva que es difícil de controlar. Incluso si la crítica es válida, no puedes evitar tomarla de manera personal al principio.

¿Delegar? ¡No! Nadie lo Hará tan Bien Como Tú, Así que ¿Para Qué Molestarse?

Confiar en que otros hagan las cosas a tus estándares es un gran desafío. Es más fácil (y menos estresante) hacerlo todo tú misma, aunque eso te lleve al agotamiento. Soltar el control, aunque sea un poco, es una gran batalla interna.

Temes Secretamente que si No Fueras tan Perfeccionista, No Lograrías Nada

¿Tus altos estándares son los que te impulsan a trabajar duro, verdad? Tienes miedo de que relajarte un poco signifique volverte una perezosa total. Encontrar un equilibrio entre la búsqueda saludable y el perfeccionismo debilitante es un desafío de por vida.

Relajarte se Siente…Mal. La Culpa se Apodera de Ti Cuando No Estás Siendo Productiva

¿Relajarte en el sofá? ¡Impensable! El tiempo libre te pone inquieta porque siempre hay algo que debería hacerse. La idea de que el descanso es esencial, no un capricho, es difícil de entender para tu cerebro adicto al trabajo.

La Espontaneidad es el Enemigo. ¡Tus Planes Cuidadosamente Elaborados no se Deberían Alterar!

Las aventuras de última hora te ponen nerviosa. Prosperas en la rutina, la previsibilidad, y en tener mucho tiempo para pensar en cada decisión. Cuando la vida te lanza una sorpresa, tu reacción inicial es el pánico, aunque la sorpresa resulte divertida.

Esa Sensación Molesta de que Estás Olvidando Algo Importante te Sigue a Todos Lados

¿Apagué la estufa? ¿Respondí ese correo? ¿Hay algún detalle crucial que he pasado por alto en este proyecto? Esa ansiedad constante susurra que seguramente has olvidado algo, incluso si ya lo has revisado tres veces.

El Desorden, la Falta de Organización o el Desprecio por las Reglas de los Demás te Hace Temblar

Quizás sean los platos sucios de tu compañera de cuarto, o esa colega que siempre llega tarde; en cualquier caso, juzgas en silencio su falta de “tener todo bajo control”. No es (solo) por ser snob, sino por el profundo disgusto que te provoca el caos que parecen tolerar. Aprender a no preocuparte por las imperfecciones de los demás es una habilidad avanzada para una perfeccionista.

El Síndrome del Impostor es tu Compañero Constante

En el fondo, temes que no eres realmente buena en nada, solo eres buena fingiendo. Cualquier éxito se siente como un golpe de suerte, y te aterra que te “descubran” como el fraude que secretamente crees ser.

Dices “Perdón” Demasiado, Incluso por Cosas que No Son Remotamente tu Culpa

Temes causar inconveniencias o decepcionar a los demás, incluso un poco. Ese “perdón” se escapa automáticamente cuando una compañera de trabajo tiene que esperar dos minutos por ti, o incluso si está lloviendo y todos están afectados, no solo tú.

Tienes una Relación de Amor/Odio con tu Perfeccionismo

Claro, te vuelve (y a quienes te rodean) un poco loca. Pero también te ha ayudado a lograr cosas increíbles. Aprender a aprovechar esos altos estándares sin dejar que saboteen tu felicidad es la meta final, ¿no?