Las grandes compañías de comida chatarra son un negocio, ni más, ni menos. Es algo de lo que no siempre nos percatamos o que obviamos, pero esa conciencia debería estar presente en la mente de todos cuando cruzamos las puertas de alguno de sus establecimientos.

Las empresas dedicadas al fast food no ofrecen ni los mejores productos, ni los más saludables. Y todos lo sabemos. Sus artículos no cuentan con la presentación más chic del mercado, ni están elaborados en la gran mayoría de los casos con alimentos de calidad premium. Entonces ¿por qué seguimos acudiendo de forma masiva a degustar “sus manjares”?

1. Localización estratégica. Una investigación de la Universidad de Illinois (Estados Unidos) demostró en 2004 que uno de los motivos por los que las personas acuden a este tipo de restaurantes es porque se localizan en lugares estratégicos y son fácilmente distinguibles. De hecho, los participantes del estudio explicaron al equipo de investigadores que si optaron por comer comida chatarra fue porque fortuitamente se encontraron con un establecimiento de esas características. Es decir, estaban ubicados en el lugar adecuado, en el momento adecuado (cuestión de pertinencia).

2. Publicidad llamativa. La comida que ofrecen este tipo de restaurantes se anuncia en vastos carteles, de forma atractiva y apetecible,  y en cualquier esquina de la ciudad, lo que incita a probar esos “deliciosos” manjares. El bombardeo publicitario es constante por lo que es inevitable que en algún momento, una persona no caiga en las redes de estas cadenas, motivados por sus atractivos anuncios.

3. Horarios dilatados. A cualquier hora del día, uno puede degustar comida rápida. Es decir, la demanda puede ser reducida, pero la oferta siempre está ahí, al margen de horarios. Esta realidad favorece que los clientes se decanten por acudir a un establecimiento de este tipo cuando los buenos restaurantes, con un menú más saludable, ya están cerrados. Es cuestión de conveniencia. El vertiginoso ritmo de vida que caracteriza la época actual  provoca que este tipo de comida sea la principal opción de las personas a la hora de almorzar o cenar. Pocas veces se cuenta con el tiempo suficiente para comer tranquilamente y en los horarios que disponen el resto de restaurantes.

4. El formato menú. En general, todos los restaurantes de comida rápida ofrecen una amplia gama de productos de forma individual, que, además, pueden combinarse como menú. Sin embargo, son estos últimos los que más se publicitan.
La lista de artículos independientes suele mostrarse de forma poco visual y atractiva, mientras que el pack completo se presenta en grandes carteles, visibles en cuanto uno accede al establecimiento. Asimismo, adquirir los productos que comprenden el menú de forma individual resulta generalmente más caro, lo que hace que decantarse por este sea más rentable. Y eso implica también comer más.

Como indica Brian Wanskik, investigador que lideró el estudio de la Universidad de Illinois, “aunque el esfuerzo físico que supone abrir pequeños paquetes es mínimo, una barrera sicológica podría prevenirnos de abrir otro ítem si ya hemos abierto anteriormente otros”. Es decir, que si se impulsaran los artículos de forma individual, se comería menos cantidad de comida. Y de forma más racional. Pero en este tipo de establecimientos, se impone la norma de que cuanto más, mejor.

5.Captación de los más pequeños. Las cadenas de comida rápida invierten muchos recursos económicos en atraer la atención de los niños. Con esto, consiguen crear hábitos alimentarios  que los convierte en potenciales clientes de por vida. Es decir, cuando crezcan, es más probable que mantengan esa fidelidad con el restaurante. Además, los menús que van dirigidos a los infantes tienen numerosos atractivos a los que los más pequeños no pueden resistirse, como los juguetes que se regalan con la compra del paquete completo.

Fuente: Fucsia