En 1954, el espíritu viajero, un deseo previamente asociado con nómadas y vagabundos, se convirtió oficialmente en un deporte competitivo.

Una grupo exclusivo de viajeros frecuentes -antes de que el término fuera adoptado por la industria de aerolíneas – se unió para empezar el “Travelers’ Century Club” (El club de los 100 viajes).

Para participar, los miembros necesitan un mínimo de 100 sellos de países en sus pasaportes.

Con el tiempo, la rivalidad entre los miembros y los diversos grupos se volvió despiadada.

Hubo divisiones mientras discutían qué calificaba como un destino oficial: Las Naciones Unidas ahora asegura que son 193 países; El Travelers’ Century Club habla de 321 países y territorios; y MostTraveledPeople.com ofrece 873 lugares para tachar metódicamente de tu lista.

Otras cuestiones incluían cuánto polvo tiene que acumularse en las botas de un viajero para que la visita cuente.

La disputa se volvió tan polémica que Guinness suspendió el listado para la “persona que más ha viajado por el mundo”.

Hoy, el Travelers’ Century Club tiene más de 2.000 miembros y 20 sucursales regionales, y como no es de extrañar, la competencia por ser coronado como la persona que más ha viajado sigue siendo dura.

En el último recuento, había cuatro grupos afiliados cuyos miembros marcan destinos de la manera que los ornitólogos podrían marcar vencejos mongoles o andarríos de tierras altas.

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Viajeros Extremistas

En su mayor parte, los miembros de estos grupos exclusivos (muchos perenecen a más de uno) disfrutan del compañerismo y de la comparación de apuntes.

Después de todo, ¿a quién más podrían acudir para pedir consejos sobre el mejor B&B; (alojamiento y desayuno) en Chuvashia? ¿Con quién más podrían quejarse de las más de tres veces que intentaron tachar de la lista la Isla Bouvet, sólo para fracasar, tres semanas y 25.000 dólares después, porque los icebergs eran demasiado grandes como para que el barco pudiera pasar?

“Más que nada, el TCC es un club social”, dice Klaus Billep, presidente de la organización con sede en Santa Mónica, California. “Empezó en clubes de campo en los Angeles antes de que los jets y la capacidad de llegar a lugares causaran una explosión de las agencias de viaje”.

“En muchos sentidos, fue uno de los pocos lugares donde podías intercambiar relatos de viaje y enterarte de que si te quedas en éste sitio en lugar de ése otro, estarás justo en la playa y tendrás la oportunidad de conocer al propietario y a su hija, quien trabaja como chef en el lugar”.

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‘Este título me costó seis matrimonios’

A lo largo de los años, con nuevas formas de analizar destinos y títulos -también han llegado las promociones y los sitios web- la parte de la interacción social se ha vuelto más competitiva.

A los 37 años, Charles Veley se convirtió en la persona más joven en visitar todos los 321 países y territorios de la lista del Century Club.

Algunos en ese momento pensaron que fue demasiado lejos en intentar obtener del codiciado título de los Récords Mundiales Guinness al añadir más destinos oficiales a la lista.

Tahití, por ejemplo, es según algunos recuentos oficiales parte de la República Francesa; Veley quería que contara por sí sola.

Esto molestó a John Clause, un abogado de Indiana y quien en ese entonces había tenido el récord del “hombre que más ha viajado por el mundo” durante una década.

Como él expresó antes de morir en el 2008, “Este título me costó 6 matrimonios, y no pienso rendirme tan fácilmente”.

Jeff Shea es otro guerrero del camino que ha atravesado Transilvania, navegado a través del Pacífico y ha llegado a la cima de las montañas de todos los continentes, incluyendo el Everest. Argumenta que ha viajado más por el mundo que Veley, quien, luego de vender su exitosa empresa de tecnología cuando se dio el boom de las empresas punto-com, se concentró tanto en tachar países de su lista que completó 70 de los 321 destinos del club en un plazo de tres años.

En lo único que todos estos Marco Polos modernos están de acuerdo es esto: Los negativistas que insisten en que una obsesión por coleccionar sellos en el pasaporte es una manera inferior de viajar, simplemente critican porque están celosos.

Te pediremos que seas tú quien decida.

¿Acaso sufren estos viajeros, afectados por el desfase horario, de dromomanía, una necesidad psicológica incontrolable de trasladarse de un lugar a otro? ¿O es toda esta confabulación y maquinaciones por llegar a los confines más oscuros del mundo una noble vocación?

Aquí están los argumentos para ambas opciones.

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Trece países en 2 semanas no te hace un experto

Tampoco lo hace vivir 6 semanas en la Provenza .

“¿Quién puede determinar cuánto tiempo es suficiente?”, pregunta Veley. “Si te quedas una semana, te dirán que necesitas tres. Si te quedas tres semanas, te dirán que debes pasar ahí toda la temporada.

“Nunca puedes ganar ese juego” .

En su opinión, “si quieres tener una visión completa del mundo, debes ir a todas partes. Esto es porque los medios de comunicación no logran presentar un panorama adecuado”.

Veley dice que mientras más información obtengas por tu cuenta, es mejor.

“Quinientos países es mejor que 400”, indica. “En cada lugar que visites aprenderás algo nuevo”.

Hasta dos semanas atrás, Veley había estado en 829 países -por lo menos según su recuento en MostTraveledPeople.com, el sitio que inició para ayudar a calmar el furor por los récords Guiness.

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Viajar se supone que es divertido. ¿Por qué hacerlo de esta forma?

Visitar muchos destinos requiere una enorme cantidad de planificación, tiempo y dinero.

Aún así, las cosas no siempre salen bien.

BIOT (también conocido como Diego García), un territorio británico arrendado al ejército estadounidense a mitad de camino entre África e Indonesia, normalmente requiere que se contrate a una oficina de abogados británica para obtener un permiso.

También deberás informarle a la base militar estadounidense ubicada ahí que no eres un pirata somalí (para que no disparen sus misiles).

La Isla Bouvet, dependiente de Noruega, ubicada entre África y la Antártida, está cubierta de hielo glacial y guano de pingüino. Para llegar ahí, necesitas la cooperación de la Madre Naturaleza.

Puedes pagar 25.000 dólares por tres intentos para llegar a la isla, pero no hay garantías. Los rompehielos rusos que te llevan ahí podrían no lograr llegar a tierra.

Incluso Veley, una de las pocas personas que ha ido a Isla Bouvet, dice que por momentos quería tirar la toalla.

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Hacer alarde de los países que has visitado te hace sonar cono un tonto egocéntrico

Según Billep, los alardes no son parte del programa.

Por el contrario, los miembros buscan aprender más y tener conversaciones útiles con otros que también comparten este hobby.

Es como encontrar un fan de Depeche Mode que haya ido a un concierto parte del tour “World Violation” en el Spectrum, en Filadelfia. Sólo unos cuantos lo “entenderán” verdaderamente.

Hay una enorme satisfacción que surge al conocer espíritus excepcionales y similares.

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¿Cuál es el punto de estar en un país durante uno o dos días, o incluso durante algunas horas?

Está bien, pero Fred Finn, un empresario británico que tiene el récord Guiness por ser la persona que más millas aéreas ha acumulado (este es un título menos polémico que “el que más ha viajado”), le da vuelta a esa idea.

Durante los años, Finn no sólo ha viajado mucho, también ha logrado un impresionante currículum de experiencias.

John Denver le ha dado serenata (“Take Me Home, Country Roads”), ha hablado con Mikhail Gorbachev, ha comido costillas con Johnny Cash, otro viajero de primera clase, y ha jugado cricket con celebridades como Pamela Anderson.

También considera amigo a Richard Branson, y tiene más historias que Scherazade.

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¿Todo esto de verdad te hace una mejor persona?

Al final, los “viajeros competitivos” generalmente ganan con sus argumentos de que conseguir sellos de viajeros es en realidad una mejor manera de entender el mundo.

Seguro, como Paul McCartney y Stevie Wonder lo expresaron tan elocuentemente, “sabemos que las personas son iguales en cualquier lugar que visites”, pero debes permanecer en un lugar para verdaderamente entender a su gente y sus costumbres.

O entender cómo la geografía lo explica todo -cómo la lluvia que cae sobre un lado de la montaña y no el otro, afecta radicalmente la forma en que las personas viven.

“Cuanto más viajes, tendrás una mayor perspectiva regional”, dice Veley “Ayuda a que te relaciones con distintos tipos de personas, y esto también hace que el mundo sea más hermoso. Te ayuda a entender el caos”.

Fuente: (CNN)