Mientras las tiendas minoristas sacan a relucir sus mejores estrategias de venta para despachar lo último en juguetes durante la temporada navideña, otros tienen una preocupación diferente: hacen campaña para concientizar sobre su exceso.

¿No tienen demasiados los niños de hoy en día, sobre todo en las sociedades occidentales?, se pregunta la periodista, Joanne Furniss, quien se vio obligada a decidir qué juguetes empacar cuando tuvo que mudarse con su familia de Suiza a Singapur.

Muchos de los que estaban en los estantes de su sala de juegos no habían sido tocados en el último mes -repisas repletas de muñecas, rompecabezas, trenes, silbatos, muñecos de punto, vehículos de emergencia de varias naciones y los suficientes bloques de madera para construir un puente a Singapur.

“La mayoría de los niños necesitan un primer objeto de transición (…) pero todo lo demás es una necesidad generada socialmente” – Oliver James, psicólogo

Pero, ¿cómo es que acumularon toda esta cantidad de juguetes?

El psicólogo Oliver James, autor del libro sobre paternidad Love Bombing, cree que los niños no “necesitan” toda esta panoplia de juguetes.

“La mayoría de los niños necesitan un primer objeto de transición”, dijo James, “como ese primer osito de peluche que llevan a todas partes. Pero todo lo demás es una necesidad generada socialmente”.

Así, parece que somos nosotros quienes estamos dispuestos a crearles necesidades a nuestros hijos. La Asociación de Minoristas de Juguetes de Reino Unido informó que tan sólo los británicos gastan US$4.900 millones cada año en juguetes.

Juego predeterminado

En el Museo de los Niños de Londres V&A, Catherine Howell supervisa una colección que incluye un caballito de madera de 400 años de edad y un Buzz Lightyear. Ella está de acuerdo en que los niños ahora suelen tener muchos más juguetes que cualquier generación anterior.

Pero mientras los productos de moda han sido un gran éxito desde que aparecieron las figuras de Star Wars en la década de 1970, Howell dice que los juguetes tradicionales, como las muñecas y los bloques de construcción, han mantenido una popularidad consistente. “Un niño siempre regresa a un conjunto de ladrillos, ya que le permite utilizar su imaginación”.

Niña con jugueteLos juguetes que predeterminan el juego ofrecen posibilidades limitadas para la diversión.

Ciertamente, una niña de tres años es el sueño de todo vendedor, desesperada por jugar con los muñecos de una serie de animación. Y, sin embargo, cuando el juguete tan esperado llega en la Navidad, su entusiasmo mengua hacia el 26 de diciembre.

Según James, los juguetes que predeterminan el juego -y esto es especialmente cierto con los objetos de promoción comercial- ofrecen posibilidades limitadas para la diversión. Así, mientras que Buzz Lightyear tan sólo puede ser un astronauta, una muñeca podría llegar a ser un bebé hambriento, una invitada a la fiesta del té -o incluso una astronauta- en función de los deseos del niño.

Los juguetes prescriptivos, incluso podrían ser perjudiciales, dice James. “Los niños pequeños descubren su identidad a través de juegos de fantasía. Si sus juguetes ofrecen un repertorio limitado, se erosiona este proceso”.

El “valor del juego” es lo más importante, dice Joshi Liat Hughes, autora de Crianza de los Hijos: los Primeros Años. “Hay enormes beneficios en los juguetes -traen alegría, creatividad y aprendizaje”.

Ella ve tres factores que hacen que un juguete sea brillante: “Valor social -una casa de muñecas permite que los niños jueguen juntos, versatilidad -las piezas de Lego se pueden convertir en cualquier cosa, y durabilidad -el niño va a utilizar las vías del tren de madera durante años”.

“Colonizar”

Pero James dice que es aún mejor para los niños “colonizar los objetos”. Un rápido vistazo a una habitación muestra que los niños colonizan bandejas para cocinar en tambores, toallas y pinzas de madera en guaridas y una caja grande de plástico en un arca de Noé. Esto también explica su fascinación con los palitos de madera, las navajas suizas de su mundo imaginario.

“La gente coopera mejor y comparte más cuando los recursos son limitados…” – Joshua Becker, padre de dos hijos

El enorme potencial creativo que ofrecen los objetos encontrados es una fuerza a la que los fabricantes de juguetes tratan de sacar partido. Ese viejo favorito, el Mecano, ganó recientemente un premio que reconoce el valor tradicional de los juguetes.

Thierry Bourret, fundador de los premios a los Juguetes Lentos, dice que hay muchas maneras en que los objetos bien diseñados superen a los “objetos colonizados “, pero uno en particular es crucial. “¿Cómo sabes que un objeto es seguro? Cada juguete que reconocemos ha sido probado en seguridad y desarrolla habilidades para la vida”.

Entre los juguetes ganadores de 2013 están un elegante cochecito de muñecas de diseño danés, un conjunto de bloques de construcción ecológico y un triciclo clásico.

Pero, ¿cuántos juguetes son demasiados?

Minimalismo vs. materialismo

Los que abogan por menos juguetes dicen que no es sólo la naturaleza de éstos sino su gran número lo que amenaza con abrumar a nuestros hijos. Y para los padres que piensan que sus hijos pelearán menos con sus hermanos si tienen una amplia selección de novedades, en realidad, más juguetes podría hacerlos más egoístas.

JuguetesBritánicos y estadounidenses sufren un alto grado de estrés emocional relacionado con el materialismo.

Joshua Becker, padre de dos hijos que escribe sobre la manera de simplificar el hogar y estilo de vida, dice: “La gente coopera mejor y comparte más cuando los recursos son limitados y lo mismo sucede con los niños”.

Este minimalismo se extiende a toda la familia Becker, en la que los niños tienen un espacio limitado para guardar sus juguetes, lo que los obliga a adoptar una política de “uno entra y uno sale”.

Becker ve a sus hijos “llenando su tiempo con creatividad” -llevando su patineta al parque, practicando béisbol y fútbol, invitando a amigos a jugar con muñecas y creando proyectos de arte. Además, dice, desarrollan lapsos de atención más largos, cuidan mejor sus posesiones y crecen con más recursos.

Fundamentalmente, Becker espera que estos hábitos duren toda la vida. “Los niños se dan cuenta que no tienen que conformarse y ser consumidos por el consumismo”.

En su libro Affluenza, James describe cómo la población de Reino Unido y la de EE.UU. sufre un alto grado de estrés emocional relacionado con el tipo de materialismo que Becker rechaza. Mientras tanto, los europeos tienen sólo la mitad de probabilidades de sumirse en la depresión por un deseo frustrado de más cosas.

¿Es una coincidencia que las culturas educativas europeas promuevan experiencias de aprendizaje de la vida real? Por ejemplo, el juego de grupo en el bosque -o Waldspielgruppe- es un rito en Suiza.

A partir de los tres años, los niños se tambalean en el jardín demostrando sus habilidades de leñador clavando con martillos y sierras de tamaño normal, construyendo fogatas, cocinando alimentos y recogiendo piñas. No tienen ni un juguete a la vista. Sólo niños contentos -y una gran cantidad de adornos hechos con piñas.

Sin embargo, Furniss está agradecida de no haber dejado todos los juguetes atrás. Tal vez los niños no los necesitan, pero los padres ocupados sí. La mudanza les obligó a minimizar, y con todas esas cajas de embalaje vacías esperando a ser colonizadas, no les faltan maneras de jugar más con menos.

(BBC)