Soy un escritor de 26 años que vive en el barrio de moda de esta enorme ciudad. Soy soltero, tengo una bicicleta de una velocidad y utilizo un bigote arreglado perfectamente. Estudié arte en la universidad, me gusta creer que tengo bastantes ideas sobre el mundo.
¿Millenial? ¿Hipster? ¿Yuppie? ¿Todas estas o ninguna? No existe un término que resuma este rincón de la inteligencia millenial. Y al igual que cualquier otra persona perteneciente a la “Clase creativa”, ser llamado hipster me ofende por su falta de precisión. Los hipsters están muertos exijo ser llamado con un término más preciso.
Vamos a considerar algo nuevo: Yuccies, en inglés Young Urban Creatives (Creativos jóvenes urbanos). En pocas palabras, un pedacito de Generación Y, con la comodidad relacionada a la ciudad, adoctrinados con el poder trascendente de la educación e infectados por la idea de que no sólo merecemos perseguir nuestros sueños; debemos ganar dinero de ellos.
Soy un Yuccie y se pronuncia: “Yoki”
Más dinero es bueno, pero más dinero gracias a la creatividad es mejor.
Los Yuccies son criaturas casi míticas. Si vives en un área metropolitana como la Ciudad de México, Nueva York o San Francisco, seguro conoces a muchos como yo. Son consultores sociales que coordinan campañas de Instagram #patrocinadas para marcas de estilo de vida; son los genios creadores de startups como el Tinder para perros; son los empresarios que están haciendo funcionar los lentes de sol sustentables hechos de bambú.
Hacerse ricos rápido es genial, pero ¿hacerse rico y preservar nuestra autonomía creativa? Ese es el sueño de cualquier Yuccie.
Después de graduarse de la universidad, muchos ni siquiera se molestaron en seguir una carrera profesional tradicional. Decidieron saltar de cabeza en una montaña rusa de emprendedurismo aunque eso significara una reducción salarial.
Según una encuesta en 2014, 6 de cada 10 millenials citaron el objetivo de su empresa como parte de la razón por la cual eligieron su trabajo. En el mismo estudio, 12% identificó como “beneficio personal propio” como una prioridad de liderazgo.
Eso suena a mi. Me mude a Nueva York hace 5 años y rápidamente pasé de un trabajo asalariado en marketing a una pasantía de editor no remunerada. He estado hackeando mi camino a través de la maleza editorial de la ciudad desde entonces. El dinero va de “Muy malo” a “Más o menos”, pero el sentido de validación personal es genial. Yo soy el yuccie.
No todos los yuccies siguen un camino tan directo. Hay varias personas en sus 20’s que se atreven a tomar algunos pasos a través de los trabajos tradicionales a pesar de su sospecha de que su “intelecto único” merece una mayor satisfacción profesional. A este grupo le llamo los yuccies de clóset, hablemos de ellos:
El mismo estudio encontró que el 28% de los millenials creen que sus talentos no son aprovechados por completo en sus trabajos actuales. Además, al 66% le gustaría comenzar su negocio propio, aunque no sabemos datos reales sobre todos los que en realidad han dejado la firma de abogados o lo que sea su trabajo por algún otro que los satisfaga más.
Profesionistas que van de una empresa financiera a un festival de música y abogados que ahora son dueños de cervecerías.
No hay nada malo con estas personas. Pero estas decisiones no sólo son casos de espíritu emprendedor y de negocios. Los Yuccies están decididos a definirse por sí mismos y no por el dinero que ganen mientras lo hacen, sino por la relación entre la riqueza y su creatividad.
Quieren que se les pague por sus propias ideas, en lugar de la ejecutar las ideas de los demás.
Los Yuccies son la mezcla cultural de los yuppies y los hipsters. Estamos tratando de ser exitosos como los yuppies y ser creativos como los hipsters. Nos define en su totalidad nuestro comportamiento de compra; compramos por nivel de precio y sabor: cervezas artesanales de $20 dólares, pantalones de $80 dólares. En realidad no importa lo que cueste, siempre y cuando vaya de acuerdo con nuestro intelecto.
Somos la gran razón por la cual 43% de cada dólar destinado para comida, o sea gastado en restaurantes, en vez de nuestra casa.
Si mezclas la sed de dinero y reconocimiento de los yuppies con la anti-ambición e individualismo de los millenials, entonces lo que obtienes será un Yuccie.
Vía: Mashable