Cuando se inaugura un negocio, la esperanza es que sobreviva los primeros meses, en los que a menudo no hay ganancias, y luego perdure por unos años, quizás décadas, sin que los clientes se vayan. Pero, ¿cuántos anticipan que durará por siglos… cuántos se atreven a soñarlo?
En Reino Unido hay alrededor de tres millones de negocios que se han mantenido en manos de una misma familia, según el Instituto de Negocios Familiares (IFB).
A continuación, les presentamos siete empresas que tiene una historia particularmente larga. Cada una es un ejemplo para otras firmas familiares que esperan durar por generaciones.
RJ Balson & Son – Carniceros – 1515
Si Enrique VIII y Caterina de Aragón hubieran visitado Bridport en Dorset, Inglaterra, podrían haber comido la carne que vendía el carnicero Balson.
Los registros muestran que Robert Balson arrendó un tenderete en 1515 en el “Shambles”, un mercado de carne al aire libre en el que los animales eran sacrificados y la sangre se escurría hasta caer en las alcantarillas. La escena era caótica; de hecho, la palabra “shambles” sigue siendo asociada con el desorden.
Los descendientes de Robert siguieron alquilando un tenderete ahí. La familia sobrevivió la plaga bubónica en el siglo XVII.
En los tiempos victorianos, la familia vivió una tragedia. En 1858, el dueño, Arthur Balson, estaba viviendo con una mujer casada y su joven hijo Tom. Durante un juego, Tom pretendió dispararle a Arthur con una pistola, sin darse cuenta de que estaba cargada y accidentalmente lo mató. El hermano de Arthur, Richard, tomó las riendas del negocio.
Hoy en día, Balson está en manos del tataranieto de Richard, quien lleva el mismo nombre y usa las recetas heredadas por generaciones.
A la venta hay carrillo de buey y de cerdo.
Lo que ha hecho que los clientes sigan fieles, según Balson, es un servicio al consumidor personalizado y atento. Asegura que les ayuda a resolver problemas desde detrás de la vitrina.
“Usualmente, si tienen un problema es porque no están comiendo suficiente carne”, bromea.
R Durtnell & Sons – Construcción – 1591
Desde la crisis financiera de 2008, más de 7.000 firmas de construcción británicas han colapsado, pero Durtnell and Sons, con sede en Brasted, Kent, se ha mantenido a flote desde que la reina Isabel I estaba en el trono.
Los Durtnells originales eran carpinteros. Desde entonces han sido muy exitosos a la hora de encontrar nuevas maneras de trabajar.
En los 1800s, el dueño de la época, Richard Durtnell, tomó la decisión crucial de reunir a todos los artesanos que necesitaba, como cristaleros y albañiles, ebajo un mismo techo. Como resultado de esa innovación, se convirtió en uno de los primeros constructores.
“Recuerdo que cuando era niño e íbamos a Londres, mi papá sacaba los brazos por la ventana y los batía sin cesar diciendo ‘Eso lo construimos nosotros, y eso, y eso…'”, dice Alex Durtnell, quien recientemente asumió el cargo de su padre.
“En aquel momento nos parecía aburrido pero por supuesto que hoy en día, yo les digo lo mismo a mis hijos”, añade.
C Hoare & Co – Banco – 1672
Este banco independiente, que tiene dos sucursales en Londres, puede remontar sus orígenes al reino de Carlos II, cuando el fundador Sir Richard Hoare empezó a trabajar como orfebre y banquero. Sus clientes incluían al célebre diarista inglés Samuel Pepys y a la viuda del rey, Caterina de Braganza.
La oficina central del banco fue construida en 1829, y desde ahí emitían libretas de cheques y los primeros extractos bancarios. Desde entonces, la compañía ha cambiado con los tiempos, introduciendo servicios online en 2008.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la sede fue alcanzada por las bombas nazis y los empleados tuvieron que valerse del agua del pozo del banco para extinguir las llamas.
Las décima y decimoprimera generaciones de la familia están a cargo del banco hoy en día y la compañía dice que el secreto de su longevidad es la adhesión a sus valores fundamentales y espíritu: “trata a los demás como deseas que te traten a tí”.
Mornflake – Molinero – 1675
William Lea empezó a moler avena en el molino de Swetteham en Cheshire en 1675 y 15 generaciones más tarde, la compañía sigue en pie.
“Obviamente la tecnología ha cambiado y tenemos nuevos equipos, sobre todo para satisfacer la demanda, pero en general, el principio de la molienda es el mismo”, dice el actual director John Lea.
Lea señala que la innovación constante, la inversión y el compromiso con los consumidores es la clave del éxito. Y la innovación fue particularmente vital durante la Segunda Guerra Mundial. Ante la necesidad imperiosa de alimentos locales y sostenibles durante la guerra, el Ministerio de Alimentación le ordenó al entonces dueño, Philip Lea, que dejara la Real Fuerza Aérea (RAF) y regresara a Reino Unido a “alimentar a la nación”.
Con la dificultad para satisfacer la demanda extra, construyeron un nuevo molino y una nueva fábrica. Fue uno de los pocos proyectos de construcción que no involucraba municiones en ser aprobado durante la II Guerra Mundial.
James Lock & Co – Sombrereros – 1676
Después de la gran plaga de 1665 y el gran incendio de 1666, los londinenses adinerados se mudaron al occidente de la ciudad en busca de aire fresco.
Negociantes emprendedores se percataron del éxodo y abrieron comercios en el entonces naciente West End.
El haber elegido una ubicación idónea fue crucial para el éxito de James Lock & Co. Por su cercanía al Palacio de St James, la firma de sombrereros se convirtió en la preferida de la aristocracia y los militares.
A lo largo de los años, entre sus clientes se encontraban el almirante Lord Nelson, Sir Winston Churchill y el actor Charlie Chaplin.
Su producto más famoso fue el primer sombrero hongo o bombín, hecho en 1850.
Aunque su pilar sigue siendo los tocados tradicionales, fedoras o sombreros de fieltro, la tienda también se ocupa de mantenerse al día con la moda. Así que si bien es cierto que suple al Duque de Edimburgo y al Príncipe de Gales, Lock & Co señala que estrellas de Hollywood y raperos también lucen sus sombreros.
Toye, Kenning & Spencer – Medallas y ropa de gala – se piensa que desde 1685
“Es una responsabilidad inmensa encargarse de una firma familiar como esta”, apunta la jefa ejecutiva Fiona Toye.
Usando técnicas tradicionales, la compañía hace desde insignias y ropajes, como las cintas y medallas que les otorgan a los caballeros de la corona británica, hasta restauraciones de las sillas de Estado para el Kremlin.
Empezaron como tejedores artesanos de seda en Londres y la adaptación a los cambios y la búsqueda de nuevos mercados ha sido la clave de la supervivencia de este negocio.
En la década de 1850, los soldados de la Guerra de Crimea usaban abrigos de rojo brillante con adornos para que sus batallones los pudieran distinguir entre el humo del combate. Toye and Co se mantuvo confeccionando este tipo de ropajes hasta finales de 1870.
Para los 1860s la compañía había notado la oportunidad de ofrecer adornos de seda para los vestuarios de las asociaciones de trabajadores, así que cuando el ejército cambió sus uniformes a caquis, Toye & Co empezó a suplir a sociedades como los Masones.
La firma también hizo los epaulettes, la banda y sombrero que usaba la líder sufragista Flora Drummond en 1908, y bordó cuatro bandas ornamentadas para la coronación de Isabel II en 1953.
“Los negocios familiares son expertos en evolución, lo que asegura que sigan siendo competitivos durante generaciones y relevantes en el mundo moderno”, declara Fiona Graham, del Instituto de Negocios Familiares.
Aspall Cyder – Fabricantes de sidra – 1728
Los orígenes de la empresa Aspall Cyder se remontan a las Cruzadas, como socios de los Caballeros Templarios. Hoy en día es manejada por Barry y Henry, la octava generación de Chevalliers. Según el árbol genealógico, son descendientes del rey Enrique I.
El negocio empezó cuando Clement Benjamin Chevallier, nacido la isla de Jersey, en el Canal de la Mancha, heredó la finca Aspall Hall, en Suffolk, sur de Inglaterra, pero empezó a extrañar su bebida alcohólica favorita: la sidra.
Así que plantaron manzanos de Jersey y construyeron una destilería que hasta el día de hoy sigue ubicada en Aspall.
Sin darle la espalda a su larga herencia, la compañía no duda en probar nuevas técnicas, produciendo vinagres así como sidra y jugo de manzana.