¿Eres un padre estricto que valora la obediencia o eres un poco más liberal buscando que aprenda a independizarse tu hijo? Si eres más de los estrictos, te tenemos una mala noticia: tus tendencias autoritativas están convirtiendo a tus hijos en mentirosos.
Según estudios recientes, la disciplina de los padres estrictos resulta en hijos bastante hábiles cuando se trata de ser engañosos. Al producir un ambiente de castigos inevitables por cualquier acción indebida, los niños de estos padres aprenden a mentir para evitar las medidas estrictas que has impuesto por sus comportamientos.
Se llevó a cabo una prueba es dos escuelas distintas, una donde las reglas son más relajadas y otra mucho más disciplinada y estricta. Los alumnos tenían que adivinar, sin ver, qué objeto era el que hacía cierto ruido detrás de ellos.
Lo más importante es que el último objeto en la prueba produce un sonido que no relacionarías con ese objeto. Por ejemplo: una bola de basquet bol haría un ruido como de ave. Si alguno de los niños adivinaba correctamente qué era el último objeto, claramente habían hecho trampa cuando nadie los veía.
Durante el experimento, el adulto que está supervisando se va del cuarto y al volver le pregunta al niño dos cosas: qué era el objeto y si lo vio. En la escuela más relajada mostró una distribución normal entre niños mentirosos y honestos. Sin embargo, en la escuela estricta, los niños resultaron ser mucho mejores mentirosos.
Por miedo de ser castigados, los niños mentirosos tienen que ser buenos en alterar la verdad. Irónicamente, la escuela estricta o la crianza dracónica por parte de los padres produce a los mejores mentirosos.
Pero mentir no necesariamente es algo malo, sin importar si la habilidad fue desarrollada de manera natural o si fue nutrido por un padre muy estricto. Cuando los niños mienten, no es señal de que están en camino de ser delincuentes, sino que están desarrollando habilidades psicológicos muy importantes.
Existen vínculos entre las capacidades cognitivas de un niño con su habilidad de engañar. No sólo demuestra su habilidad de pensar de manera no linear, pero también demuestra que tienen buena memoria si pueden mantener las mentiras creíbles.
Los niños alrededor de los dos años de edad empiezan a decir mentiras primarias. Estas son diseñadas para ocultar una acción errante, pero no toman en cuenta la mente de quien está interrogando y con frecuencia no son convincentes.
A los cuatro años, las mentiras secundarias surgen. Estas son personalizadas para tomar en cuenta la personalidad, comportamiento y mentalidad del que está acusando al niño y son más creíbles que las primarias. Las mentiras terciarias aparecen alrededor de los siete u ocho años de edad y mezclan las mentiras con hechos para crear una mentira más creíble.
Mientras más temprano aparezcan estas etapas de las mentiras, más probable que tu hijo sea más inteligente que otros niños de su edad. Poder mentir de manera convincente es señal de inteligencia emocional, un faceto del habla y el lenguaje corporal que implica cierto nivel de manipulación empática. Si tus hijos son buenos mentirosos, es probable que sean muy inteligentes y exitosos de adultos.
Así que no te preocupes si tus hijos te mienten, podrías tener a un pequeño genio creativo…. o quizá un pequeño supervillano.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.