Los esquiadores de la modalidad slopestyle (esquí en ladera) hicieron un exitoso debut en los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi provocando suspiros con sus piruetas y saltos. A miles de kilómetros de distancia, en zonas del norte de Estados Unidos, un número creciente de esquiadores realizan y filman sus trucos en medio de la ciudad.
Recorren el paisaje urbano para encontrar barandas por las cuales deslizarse y paredes en las cuales apoyar sus esquíes. Esperan que cierren escuelas y bibliotecas, y a veces emergen sólo bajo el amparo de la oscuridad. Juegan al gato y al ratón con la policía.
En un día reciente en St. Paul, Minnesota, un grupo de tres esquiadores y un camarógrafo rápidamente descargaron un coche, y se apresuraron a subir por una escalera a un balcón en la entrada de una escuela secundaria.
Necesitaron más de diez intentos para realizar el truco que querían y apenas lo consiguieron apareció un guardia de seguridad privado quien, luego de ver la filmación del salto y de reconocer que había sido algo cool, les pidió de forma cortés pero firme que se retiren del lugar.
Esto es esquí urbano, o callejero, un pasatiempo a menudo sigiloso que se ha extendido gradualmente desde su primera aparición hace unos 15 años.
Fue entonces cuando, inspirados por los patinadores, la gente empezó a filmarse entre sí deslizándose por pasamanos en tablas de snowboard o esquís.
Variedad y creatividad
Los esquiadores dicen que las ciudades les permiten ser más creativos, y ofrecen una mayor variedad que los centros de esquí.
“El esquí nació en las montañas y siempre será un deporte de montaña, pero es genial traerlo a las calles y hacerlo un poco diferente”, dice Sandy Boville, uno de los esquiadores en St Paul.
Hay grupos que pasan gran parte del invierno en busca de la nieve de ciudad.
Sus esquiadores y snowboarders son cada vez más ambiciosos, y utilizan herramientas como cabrestantes mecanizados y cuerdas elásticas para realizar trucos cada vez más espectaculares.
Protagonizan videos hechos cada año por un puñado de productoras especializadas. Una película reciente incluyó un segmento filmado entre edificios industriales abandonados de Detroit, que ha sido visto en YouTube más de 600.000 veces.
“Cualquier lugar en el mundo donde nieve es tu lienzo”, dice Karl Fostvedt, quien protagonió el video de Detroit y estuvo el pasado mes esquiando en Japón.
Fuera de América del Norte, la región en la que el esquí urbano es más común es Escandinavia.
En Noruega, la compañía audiovisual Field Productions comenzó a promocionar videos de esquí en el mercado de masas. Decenas de miles de personas fueron a ver “Supervention”, una película sobre el esquí urbano estrenada en cines de todo el país a fines del año pasado.
La tarea puede parecer emocionante, pero también puede ser exigente.
En primer lugar, los esquiadores tienen que explorar lugares en los que se pueda llevar a cabo un truco original.
“Solemos comenzar con escuelas secundarias y parques y ese tipo de áreas porque la arquitectura generalmente es propicia: hay escaleras, pasamanos o balcones”, dice Logan Imlach, otro de los esquiadores de St Paul.
“Pero realmente te expandes a cualquier lugar en las ciudades, donde haya concreto y metal, hay una buena probabilidad de que se puede esquiar”, agrega.
A menudo se construyen con antelación rampas de nieve para limitar el tiempo que se permanece en el sitio. Cuando los esquiadores vuelven, se lanza agua y sal sobre la nieve para evitar caídas, o en el argot del esquí urbano, convertirse en “puré de papas”.
El protocolo exige que la nieve sea recogida de los lugares debajo de los pasamanos, por ejemplo, para que quien resbale, no tenga un cómodo aterrizaje.
Los trucos se repiten una y otra vez hasta que esquiador y camarógrafo están felices.
Un peligro es ser expulsado de los lugares por la policía o el propietario. Otro peligro son las lesiones: huesos rotos, rotura de ligamentos y conmociones cerebrales ocurren con regularidad.
Poco dinero
También es difícil ganarse la vida. Mientras los esquiadores que compiten en grandes torneos pueden llegar a acuerdos de patrocinios lucrativos, los que se destacan en las ciudades viven otra realidad.
El grupo de St Paul compartía dos camas dobles en una habitación de un motel y preparaban sus propios bocadillos para el almuerzo.
Boville, un canadiense de 23 años, y Krepela (22), de Utah, tienen algunos patrocinadores y pasan este invierno filmando con Level 1 Productions.
Imlach (26), de Alaska, trabaja en turnos de tres semanas en una plataforma petrolera en su estado para pagarse los viajes para esquiar.
Muchos esquiadores urbanos ya son expertos en la montaña, pero dicen que el hecho de que se pueda esquiar sin tener que viajar a un centro turístico puede hacer que la actividad sea más accesible y ayudar a su promoción.
“Uno no tiene que comprar un pase. Está creciendo en popularidad, se escucha que muchos niños están probándolo”, dice Imlach.
“Sólo sería bueno que estos jóvenes pensaran: ‘Yo podría ser un esquiador urbano profesional algún día y podría ser mi trabajo’, pero por desgracia en este momento esa no es la realidad” – Imlach, esquiador urbano
Sig Tveit, un esquiador urbana noruego actualmente de gira en Suecia, dice que ha visto a mucha más gente esquiando en las ciudades escandinavas recientemente, “sólo amigos saliendo por las calles y filmándose entre ellos. Creo que hay mucho de eso”.
Tveit también dice que en Rusia y algunos países de Europa del este han emergido algunos esquiadores urbanos que aprendieron a esquiar en las ciudades sin tener que ir a un centro turístico.
Los esquiadores urbanos se enorgullecen un poco de la naturaleza subterránea y aficionada de lo que hacen. Aun así, un poco más de atención –y respaldo financiero– no le harían daño.
“Sólo sería bueno que estos jóvenes pensaran: ‘Yo podría ser un esquiador urbano profesional algún día y podría ser mi trabajo'”, dice Imlach, pero por desgracia en este momento esa no es la realidad”.