“Mis nietos me dicen abuelito robot o Ironman; ojalá fuera Ironman”, señala en tono divertido José Salvador Pérez Yáñez, un ingeniero civil de 68 años, quien podría pasar por un hombre absolutamente normal.

Ya no ejerce su profesión, pero de manera cotidiana hace ejercicio, conduce su automóvil, acude cuando es necesario al supermercado y disfruta de su familia como cualquier persona.

Pero sus ocho nietos lo llaman “Ironman”, porque en una bolsa “cangurera” carga una consola electrónica que regula el corazón artificial implantado el 14 de noviembre de 2012 por médicos del Hospital de Cardiología del Centro Médico Siglo XXI del IMSS.

Casado con Martha de Pérez y con seis hijos y ocho nietos, es el único latinoamericano a quien se le ha colocado un “dispositivo de asistencia ventricular” o corazón artificial, que llevará de por vida.

En conferencia de prensa, acompañado por el equipo de galenos que lo operó, explicó que el nuevo dispositivo ha venido a cambiar su vida, porque “vivir con algo que no es de uno, no es fácil”.

Se refiere al dispositivo que el doctor Moisés Calderón, director del Hospital de Cardiología del Centro Médico Siglo XXI del IMSS, no duda en calificar como “un corazón biónico”.

Los médicos le ofrecieron esa alternativa, porque ya en 1997 había sufrido un infarto y a partir de 2006 recibió implante de células madre al corazón, con lo cual se elevó en forma considerable su calidad de vida.

Sin embargo, como la “bomba natural” del corazón seguía en deterioro, se le ofreció esta alternativa.

“Entré y salí caminando del hospital. Me recuperé en mi casa, donde mi amiga, mi amante, mi confidente, mi esposa aprendió de las enfermeras de terapia intensiva del IMSS las técnicas para cuidarme y gracias a eso me recuperé”, expresó.

Aunque Salvador no puede nadar o meterse a un jacuzzi, porque se mojaría la parte de las mangueras que conectan la parte interna de su “corazón artificial” con la externa y las baterías, sí puede hacer otros deportes e incluso volar en un avión sin ningún problema.

“Al principio estuve desbalanceado, un poco equivocado”, reconoció, aunque el apoyo de los médicos, las enfermeras, pero sobre todo su familia, han sido fundamentales.

Por su parte, Martha, su esposa, señaló que prefiere pensar que “nos operamos juntos; y así también, nos recuperamos junto; pero lo más importante ha sido el apoyo de la familia”.

México, 27 May. (Notimex).