Hablar por celular mientras se conduce produce un trastorno de la atención de manera inmediata
Distraerse mientras se conduce, así sea de manera momentánea, es tan riesgoso como manejar borracho. Así que poco se logra con ponerse sobrio al volante, si se mantiene la peligrosa costumbre de chatear, comer o desempeñar otras tareas al guiar.
Esa es una de las principales conclusiones de un nuevo estudio sobre el tema, que asocia la ejecución de tareas secundarias, como el envío de mensajes de texto, con una tasa más alta de choques y salidas de la vía, sobre todo si se trata de conductores jóvenes o menos experimentados.
Durante la investigación, cuyos resultados fueron divulgados en New England Journal of Medicine, científicos canadienses y estadounidenses analizaron datos de 109 conductores entre los 18 y los 72 años, con una experiencia al volante, y los comparó con estadísticas de 42 adolescentes que habían obtenido su licencia de conducir 20 semanas antes del estudio.
Ambos grupos estaban involucrados en accidentes de tránsito, pero los jóvenes, que al comienzo mantenían la atención 100 por ciento sobre las tareas relacionadas con la conducción, 15 meses después superaban las conductas riesgosas de los veteranos, como textear, hablar por celular y comer.
De acuerdo con Charlie Klauer, una de las autoras del trabajo, los conductores novatos son más propensos a incurrir en tareas secundarias de alto riesgo, porque eso los hace sentirse más cómodos durante la conducción.
“El problema es que cualquier tarea secundaria que aleje los ojos del conductor novato de la carretera –advierte Klauer- aumenta las probabilidades de sufrir accidentes; un conductor distraído no es capaz de reconocer y responder a los peligros que se pueda encontrar en el camino, como la desaceleración brusca del vehículo de adelante, la incorporación inesperada y repentina de un carro en nuestro carril, un peatón que cruza y un objeto que hay que esquivar”.
¿Qué pasa en el cerebro?
Pero, ¿qué explicaría el progresivo descuido en el que incurren los jóvenes o los principiantes al volante?
Se sabe que cuando un individuo está aprendiendo a manejar, todos sus movimientos son conscientes, razón por la cual toda la corteza cerebral se ocupa de esta actividad.
Eso explica por qué las personas con muy poca experiencia no pueden hacer otra cosa diferente que manejar y, en ese caso, les resulta imposible llevar a cabo cualquier otra actividad o función cerebral, así sea oír una conversación, hablar o participar de manera activa en algo que requiera el uso de dicha corteza.
Ese es el caso típico del alumno de la escuela de conducción al que se le apaga el carro cuando alguien le comenta algo o le pregunta algo simple, como su nombre. Por supuesto, esta situación es temporal, pues a medida que los movimientos se repiten, el sistema nervioso va llevando esta dinámica a la subcorteza y la ubica en una especie de cajón de movimientos automáticos y predeterminados; esto hace que la corteza cerebral se desocupe y pueda dedicarse a otras actividades, como mirar el paisaje, oír música y hablar, mientras niveles más profundos del cerebro se ocupan de la conducción normal.
Leonardo Palacio, neurólogo de la Universidad del Rosario, aclara que lograrlo requiere tener buenos reflejos y un grado de atención específico, que exige que sentidos como la vista y el oído siempre estén a expensas de la conducción.
E insiste en que retirar la vista de la carretera, así sea por un segundo, pone en riesgo la conducción, “sobre todo cuando se trata de personas más jóvenes, pues tienen menos elementos automáticos para salir de un percance”, señala Palacio.
Hay que anotar que si bien distintos estudios han confirmado que hablar por celular cuando se maneja no está directamente relacionado con un alto riesgo de chocar, sí reduce la atención sobre los peligros visibles de la carretera y afecta el desempeño frente al volante.
“Independientemente del uso manos libres –señala Palacio- hablar por celular mientras se conduce produce un trastorno de la atención de manera inmediata, que se puede multiplicar por cinco o por 10 veces, según el contenido de la conversación”.
Según el especialista, esto ocurre con más frecuencia en menores de 35 años, pues entre más joven es la persona, más proclive es a permanecer conectada a dispositivos móviles.
Se puede ser precavido
– Si lleva poco tiempo al volante, por nada del mundo hable, textee y maneje al mismo tiempo. Mejor dicho: olvídese del teléfono.
– Si tiene la necesidad imperiosa de marcar números, active un sistema inalámbrico o de activación por voz (estilo bluetooth) que le permita hacerlo de manera más segura.
– Si debe llamar, procure que las conversaciones sean cortas y tranquilas. No pelee. Está demostrado que las charlas con contenido emocional distraen peligrosamente.
– Si necesita enviar mensajes urgentes de texto, deténgase y luego hágalo. Lo mismo si necesita mantener conversaciones más largas.
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