[sws_blockquote_endquote align=”” cite=”” quotestyle=”style03″] en la pequeña sala donde se encuentra la exposición había por lo menos 6 guardias. [/sws_blockquote_endquote]

Llegamos al Museo de Arte Moderno (MAM) una mañana calurosa después de haber desayunado molletes. Teníamos ganas de ver la nueva exposición de Alfonso Mena, Seducción. Y eso fue justo lo que hicimos, nomás la vimos. Porque para entenderle yo creo que se necesita haber estudiado arte durante toda una vida.

No digo que la exposición sea mala, ¿cómo podría si ni le entendí? Simplemente es demasiado conceptual para mi gusto (y habilidad para comprender).

Esta situada en el segundo piso del museo, en una sala que es un círculo con un gran agujero en medio. Se entra y un guardia de seguridad le indica al público que el recorrido comienza hacia la derecha.

Eso lo hacen mucho en ese museo. Decirte qué hacer, o más bien, qué no hacer.

Algunas de las cosas que mi guía (novia) y yo escuchamos fueron: “Está usted muy cerca del cuadro”, “Por favor aléjense de la obra”, “La exposición empieza por la derecha”.

¿Qué si yo quiero empezar la exposición por la izquierda? ¿le molestaría mucho al artista? O ¿que tal si me quiero acercar un poco más de lo que la raya me permite para observar bien la obra?

Entiendo que quieran preservar las obras que tienen. Pero ¿por qué le tienen tan poca confianza a la gente?

No bromeo, en la pequeña sala donde se encuentra la exposición había por lo menos 6 guardias.

Otra cosa que no tiene mucho sentido es que en la exposición hay unos muebles con cajones, en cada cajón hay un dibujo o pintura creado por el artista. ¿Dejan que el público abra o cierre los cajones? ¡Por supuesto que no! En cambio tienen un pequeño cuarto donde proyectan en un video (con el cual obviamente tampoco se puede interactuar), las mismas obras que se encuentran físicamente a unos metros; escondidas en los cajones…

Como mi guía me decía, el arte es algo con lo que la gente debe interactuar y si no le permites al público experimentar el arte como ellos lo quieren hacer; al final, y cómo nos pasó a nosotros, acabas con un espectador defraudado.

La verdad es que muchas de las obras que tienen ahí, las podría colgar en mi casa sin dudarlo. Con excepción de las representaciones tridimensionales de vulvas… pero ese soy yo. Sin embargo, el museo y sus guardias hacen que la experiencia no sea muy agradable.

El colmo fue cuando salimos al ‘seductor’ jardín que tiene el MAM. Le estábamos dando la vuelta admirando las esculturas que tienen ahí afuera. Seguimos caminando y supongo que llegamos a un lugar “indebido” ya que inmediatamente (y de la nada casi, casi) salió un guardia a advertirnos que por ahí no podíamos pasar.