Nazario Moreno González, El Chayo, El Doctor o El Más Loco, fundador de los carteles de La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios estaba muerto. Al menos eso dijo el gobierno del expresidente Felipe Calderón.
No era verdad. Este domingo se confirmó que el narcotraficante seguía con vida y que encabezó el crecimiento de su organización hasta convertirla en una de las más grandes y peligrosas de México.
Ahora su carrera parece haber terminado por segunda vez. Monte Alejandro Rubido, secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) dijo que El Doctor murió tras un enfrentamiento con marinos y soldados en Tumbiscatío, municipio rural a unos cientos de kilómetros de donde se dijo que había muerto.
En diciembre de 2010 Alejandro Poiré, entonces vocero de la presidencia de Calderón, dijo que el cuerpo de El Chayo fue rescatado por sus compañeros, pero de todos modos aseguró que estaba muerto.
Esta vez, como entonces, hubo un enfrentamiento entre sicarios de El Más Loco y militares, pero a diferencia de hace cuatro años ahora se pudo confirmar que uno de los fallecidos era el jefe del narcotráfico en Michoacán.
“Se concluye en positiva la identidad de Nazario Moreno González al 100%”, dijo Tomás Zerón director de la Agencia de Investigación Criminal de la Procuraduría General de la República (PGR), responsable de establecer la identidad del personaje abatido.
Pastor
“Se concluye en positiva la identidad de Nazario Moreno González al 100%” – Tomás Zerón, PGR
A Nazario Moreno también le decían El Pastor porque en las reuniones que encabezaba le gustaba predicar una serie de frases que obtuvo de la Biblia, de textos de los Testigos de Jehová y de la obra El Más Loco de Glbrán Jalil Gilbrán.
Con esta mezcla de ideas, El Chayo creó centros de ayuda en Michoacán, su tierra natal, para jóvenes adictos a las drogas y el alcohol que fueron su primer semillero de sicarios para sus organizaciones de narcotráfico.
Se decía “Salvador del Pueblo”. En su prédica aplicó un lenguaje que aprendió en Estados Unidos, a donde viajó sin documentos a finales de la década de los años 80 donde trabajó en las ciudades de Redwood, San José, Fresno y Palo Alto, California, uno de los principales sitios de destino de la migración michoacana.
Pero la vida de Nazario Moreno era distinta a la que predicaba. En 1994 fue detenido en Mc Allen, Texas, por traficar droga a Estados Unidos, y después la DEA, agencia antidrogas de ese país, le acusó de contrabando de marihuana bajo las órdenes de Carlos Rosales Mendoza, El Tísico, quien fuera uno de los primeros jefes regionales del cartel de Los Zetas.
A pesar de estos antecedentes Moreno González estableció una red de trabajo comunitario en la región conocida como Tierra Caliente, en Michoacán, que se convirtió en su centro de operaciones durante una década.
Para ganar adeptos aprovechó que la región vivía conflictos religiosos por la presencia de grupos que se dicen herederos de Cristo.
La forma como entró a las comunidades fue similar a lo que hicieron algunos grupos religiosos: ofreció a madres de familia combatir las adicciones de hijos, hermanos y esposos.
En una región abundante en esos problemas la propuesta de El Doctor rindió frutos y en poco tiempo tenía una serie de centros de tratamiento para adicciones donde los pacientes, por ejemplo, barrían las calles de pueblos o ciudades como Apatzingán, ahora considerado el cuartel general de Los Caballeros Templarios.
Santo
La alianza de Nazario Moreno con Los Zetas se rompió cuando su principal aliado, El Tísico, fue detenido.
A partir de 2006 los grupos de jóvenes que había adoctrinado se incorporaron al nuevo grupo, La Familia Michoacana, que se organizó bajo los ordenamientos de El Más Loco que incluían una prohibición estricta para los miembros de consumir drogas o atacar a la población civil.
Los integrantes del grupo recibían una recopilación de ideas del líder, una especie de manual de comportamiento que incluía palabras hasta de Ernesto Guevara, El Che.
“Es preferible ser dueño de un peso que ser esclavo de dos, es preferible morir peleando de frente que de rodillas y humillado, es preferible ser un perro vivo que un león muerto”, indica una de sus frases.
Con ideas como éstas se construyó el eje ideológico de La Familia Michoacana, primero, y después de Los Caballeros Templarios, el grupo que cobijó a Moreno González en el tiempo que oficialmente estaba muerto.
En los últimos cuatro años los herederos del líder, como Servando Gómez, La Tuta, hicieron de El Más Loco un santo, un icono de veneración que incluso contaba con capillas e imágenes que sirvieron para mantener el ánimo de sus sicarios.
La figura tuvo muchos seguidores en Tierra Caliente, una mezcla de devotos fieles como sus sicarios o aliados, y quienes por fuerza debían rendirle tributo como cientos de productores de aguacate y limón obligados a pagar cuotas a los Templarios.
Nazario Moreno era el pretexto para las extorsiones, pero ciertamente no se conoce la dimensión de su poder real. Después de su primera muerte algunos le ubicaron como el estratega de Los Caballeros Templarios, pero otros le asignaron un papel menos relevante.
Hace unos días, por ejemplo, el periodista Carlos Loret de Mola escribió en el diario El Universal que El Más Loco recorría la montaña de Michoacán a lomo de burro, vestido de blanco y con su libro de ideas como su principal arma.
Una figura contrastante con la que las autoridades mexicanas muestran de la segunda muerte: según el secretario del SNSP, Moreno González fue abatido al atacar a soldados y marinos.
Y es una imagen distinta a la de su sucesor Servando Gómez, La Tuta, quien concedió entrevistas a algunas televisoras estadounidenses donde presumió armas, poder y dinero.
La primera vez que Moreno González “murió”, La Tuta pidió a sus compañeros rezar por el espíritu de su dirigente. Hoy no se conoce reacción alguna del líder real de Los Caballeros Templarios, ni siquiera para confirmar, como dijo tras la primera muerte, que Los Templarios “no dejamos las armas, estamos echados para adelante”.