Las conversaciones entre Peña Nieto y el PAN para flexibilizar la apertura del sector ponen en crisis al acuerdo de los partidos políticos

La revelación de que el Gobierno del presidente Peña Nieto, y el Partido Acción Nacional mantienen conversaciones informales sobre la reforma energética para lograr una iniciativa más flexible en sus modelos de explotación de hidrocarburos ha puesto de nuevo en riesgo al Pacto por México, el acuerdo firmado por los principales partidos políticos para sacar adelante las reformas estructurales.

Las informaciones de la prensa estadounidense y las declaraciones de algunos legisladores del PAN, publicadas el pasado miércoles, indican que existen negociaciones extraparlamentarias entre el Gobierno y la derecha mexicana que buscan la posibilidad de plantear cambios legislativos más ambiciosos a los anunciados por Peña Nieto.

El senador panista, Salvador Vega, confirmó la existencia de estas conversaciones “informales” que habrían ocurrido en el Senado – la cámara legislativa que debatirá primero la reforma—. “Hemos visto más apertura por parte de los funcionarios (de la Administración de Peña Nieto). Eso es lo que nos lleva a creer que podemos sacar una reforma energética más avanzada si esta flexibilización del PRI y del Gobierno se concreta a la hora de la negociación”, comentó. Estas negociaciones estarían encaminadas a lograr una reforma que permitiría otorgar licencias o celebrar contratos de producción con la iniciativa privada, algo que el Gobierno mexicano había descartado anteriormente.

El presidente propuso en agosto al Congreso la modificación de los artículos 27 y 28 de la Constitución para abrir el sector energético a la iniciativa privada a través de contratos de utilidad compartida, en los que el Estado se mantendría como único dueño de los hidrocarburos obtenidos y repartiría las ganancias en efectivo a las compañías inversoras. Incluso, la administración de Peña Nieto había buscado que la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) tomara en cuenta las ganancias esperadas de estas compañías en bolsa, para hacer más atractivo al sector energético mexicano.

La noticia de la negociación entre el partido del presidente, el Revolucionario Institucional (PRI) y el PAN generó esta semana una sacudida entre los partidos políticos. El más sorprendido fue el Partido de la Revolución Democrática que habría sido excluido de las negociaciones por sostener una fuerte postura en contra de cualquier tipo de reforma constitucional para el sector energético.

Sin embargo, la alarmas dentro del Pacto por México se encendieron el viernes cuando el dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano, reconoció que el acuerdo, firmado en diciembre de 2012, ya no contaba con la misma energía e impulso con el que se iniciaron las negociaciones de otras reformas. Incluso mencionó que la discusión de la reforma energética será la que marque el destino del Pacto. “La suerte del Pacto la tendremos que decidir entre todos, pero en especial el Gobierno de la República. Entonces creo que llegamos a un punto en el que o fortalecemos el Pacto o le decimos adiós”, ha comentado.

El PRD llevará su oposición a las calles. Zambrano ha convocado a una protesta “contra la reforma energética de Peña Nieto y el PAN” para el próximo domingo 17 de noviembre en el Zócalo de la Ciudad de México. Precisamente en las calles es donde la reforma podría tener su mayor resistencia.

La administración de Peña Nieto ha negado las negociaciones con la derecha mexicana.

A unos días de que el debate sobre la reforma energética comience en el Senado, las diferentes voces dentro de los partidos políticos también hacen tambalear su permanencia en el Pacto por México. La discusión de cada reforma ha enfrentado a las fuerzas internas dentro del PAN y el PRD, que no sólo miran hacia los resultados de cada negociación a la que acuden, sino a sus propios procesos internos de sucesión que se celebrarán el próximo año. La reforma energética será sin duda la prueba de fuego del Pacto por México.

El País