En un episodio más de lo que él llama “su mes de residencia en Nueva York”, el artista británico del graffitti, conocido como Banksy, ofreció en las calles de esta ciudad y de manera sorpresiva, piezas de su autoría valuadas en miles de dólares, por sólo una fracción de su precio: 60 dólares.
En el extremo sur de Central Park, un asistente del artista montó el sábado pasado un puesto callejero con unas 25 piezas firmadas de Banksy. En el puesto, sin embargo, no se anunciaba explícitamente que los cuadros eran del celebrado grafitero.
El resultado es que los cuadros, realizados con la técnica en aerosol típica de los murales de Banksy, comenzaron a venderse hasta luego de cuatro horas, cuando una mujer realizó las dos primeras compras después de obtener un 50 por ciento de descuento.
Ninguno de los primeros compradores pareció reconocer que realizan probablemente la adquisición más atractiva de su vida, de acuerdo con un video colocado en el sitio que Bansky montó para su residencia en Nueva York, que comenzó a principios de octubre.
Luego de la primera transacción, una mujer de Nueva Zelanda adquirió dos piezas y más tarde un hombre de Chicago, que dijo que estaba decorando su casa y que “sólo necesitaba algo para las paredes”, compró cuatro piezas de gran formato.
Esa fue la última compra del día, y el asistente de Banksy cerró el puesto, con la mayoría de las piezas sin vender, alrededor de las seis de la tarde. El artista advirtió en su sitio de internet que la oportunidad no se volvería a repetir en la ciudad.
De acuerdo con la agencia de noticias BBC, las piezas podrían haber tenido un valor total de 31 mil dólares.
Banksy es autor de imágenes sumamente populares como la de dos policías británicos fundiéndose en un beso, o un manifestante lanzando un ramo de flores a modo de cóctel molotov, ésta última subastada en Londres, en junio, por unos 194 mil euros.
Hace unos días anunció en su página web que tomaría las calles de Nueva York con su proyecto “Better out than in”, que tiene como propósito un poco hacer una crítica al mercado de arte.
Según él, con acciones como el remate de su obra sin firmar, lo hace reflexionar sobre qué le da su valor al arte.
Además de esta venta sorpresiva, Banksy recorrió las calles con un camión cargado de peluches que simulaban ir al matadero, como una crítica al consumo animal, entre otras intervenciones.