positivismo tóxico

¿Tienes optimismo tóxico sin darte cuenta?

A veces no necesitas pensar que todo va a salir bien. A veces solo necesitas aceptar que no no todo está bien ahora mismo.

El “optimismo tóxico” puede sonar inofensivo: ¿qué tan mal puede estar pensando “todo va a salir bien”? El problema no está en el optimismo, sino en cómo y cuándo lo aplicas. Cuando usas ese pensamiento para callar emociones incómodas o evitar enfrentar la realidad, deja de ser herramienta y se convierte en obstáculo.

¿Qué distingue al optimismo tóxico del optimismo realista?

Mantenerse decidido y con esperanza puede ser útil, pero cuando esa actitud resulta en una mentalidad obligatoria de que siempre tienes que sentirte bien, eso se convierte en opresión emocional. El contraste lo define muy bien la diferencia que explica este análisis sobre el uso equilibrado de una perspectiva positiva frente a la insistencia en el florecimiento constante.

Señales de que puedes estar cayendo en optimismo tóxico

Frases recurrentes como “todo pasa por algo” o “tienes que pensar en positivo” pueden motivar… si vienen de ti y si realmente te funcionan. Pero cuando las usas para silenciarte (“no puedo sentir esto”) o para maquillar la realidad (“egresaste mal pero aún así todo va a salir bien”), estás en terreno del optimismo tóxico.

De hecho, investigaciones apuntan a que ignorar sistemáticamente lo malo puede llevar a una desconexión con la realidad, una falsa sensación de control y, eventualmente, a peores decisiones o más frustración. Eso mismo se describió al hablar de “el camino del optimismo que te pone en piloto automático”.

¿Un filtro que te aísla?

La famosa “obsesión por estar bien” también aparece en la cultura del rendimiento actual. Tal como explica el filósofo Byung-Chul Han, esa exigencia constante encierra una lógica de productividad: si estás triste, estás fallando. Y eso termina generando culpa, vergüenza y agotamiento, más que paz.

¿Cómo pasar del “todo va a estar bien” al optimismo realista?

  • Cambia “todo va a estar bien” por “voy a acompañarme mientras esto pasa”.

  • En lugar de negar lo negativo, reconoce su presencia: “esto duele, pero estoy aquí”.

  • Deja que las emociones vivan su tiempo. Si necesitas, apóyate con una práctica de escritura o con alguien objetivo y cercano.

Aceptar que no estás bien no te aleja de la sanación; al contrario, es el primer paso para construir un bienestar auténtico. Si te interesa cómo incorporar prácticas más conscientes y menos automáticas, quizá te sume leer cómo tu cuerpo también te habla a través del movimiento consciente.

Publicado por Redacción.