No podrían sustituir a los alimentos de las dietas tradicionales como el maíz o el trigo, advierte investigador de la UAM Xochimilco

Los insectos son una fuente de nutrientes que puede ayudar a paliar el hambre que padece la humanidad, señala un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO).

En su estudio, presentado en la Conferencia Internacional sobre los Bosques para la Seguridad Alimentaria y Nutricional, el organismo multinacional expuso que la recolección y cría de insectos pueden generar empleos e ingresos en efectivo, hasta ahora sobre todo a nivel familiar, pero también potencialmente a nivel industrial.

Presentado en la reunión celebrada del 13 al 15 de mayo pasado, el texto agrega que se calcula que los insectos forman parte de las dietas tradicionales de al menos dos mil millones de personas alrededor del mundo y que es posible que crezca esa cifra.

Sin embargo, Eva Muller, directora de la División de Economía, Políticas y Productos Forestales de la FAO, y coautora del informe “Insectos comestibles: perspectivas de futuro para la seguridad alimentaria y alimentación para el ganado”, aclara que lo que se recomienda no es que la humanidad coma insectos.

“No estamos diciendo que la gente debe comer bichos -subrayó- lo que decimos es que los insectos son sólo uno de los recursos que brindan los bosques, y que se encuentra prácticamente por explotar su potencial como alimento”.

De acuerdo con una investigación de la FAO, hecha en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos), en el mundo se conoce un millón de especies, de las cuales los insectos representan más de la mitad de todos los organismos vivos clasificados hasta ahora.

El documento establece que los seres humanos consumen en el mundo más de mil 900 especies de insectos, siendo los más consumidos los escarabajos, con 31 por ciento; orugas, 18; abejas, avispas y hormigas, 14, y saltamontes, langostas y grillos, 13.

Indica que muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas, además que tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc, establece un comparativo: mientras la carne de vacuno tiene un contenido de hierro de seis miligramos por 100 gramos de peso en seco, el contenido en hierro de las langostas varía entre ocho y 20 miligramos por 100 gramos de peso seco.

Lo anterior, acota, dependiendo de la especie y el tipo de alimentos que los propios insectos consumen.

Sobre el reporte de la FAO, consultado por Notimex, Rafael Díaz García, coordinador de la Licenciatura en Nutrición Humana de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, indicó que el uso de los insectos para paliar el hambre en la humanidad es parte de una solución más sofisticada del problema.

Recordó que la nutrición de las personas debe estar basada sobre todo en los cereales, frutas, verduras, carnes blancas y rojas; así como productos lácteos, por lo que “más bien, habría que promover la adquisición y producción del maíz, el trigo, el amaranto, la avena” y otros productos.

“Puede haber algunas poblaciones en las que esté arraigado el consumo de estos animales, pero me parece que nunca van a sustituir a muchos productos agrícolas”, indicó al recordar que en México el chapulín ya se ha colocado como parte de una dieta gourmet, pero su dieta básica, generalizada está en otros productos, como el nopal.

El informe de la FAO presentado en la Conferencia Internacional sobre los Bosques para la Seguridad Alimentaria y Nutricional, establece que criar insectos de forma sostenible puede ayudar a evitar la sobreexplotación forestal.

Recuerda que algunas especies, como el gusano de la harina, ya se producen a nivel comercial, toda vez que se utilizan en como alimentos para mascotas, en los zoológicos y en la pesca recreativa.

Expone que si la producción estuviera más automatizada, “se podrían bajar los costes a un nivel en el que la industria se beneficiaría de la sustitución de harina de pescado, por ejemplo, con harina de insectos en la alimentación del ganado. La ventaja sería un aumento del suministro de pescado para el consumo humano”.

El estudio, un resumen del cual se puede encontrar en el portal en español de la FAO, apunta que debido a que son de sangre fría, los insectos no utilizan energía alimentaria para mantener la temperatura corporal.

En promedio, dice, “los insectos utilizan sólo dos kilogramos de pienso para producir un kilo de carne de insectos. En el otro extremo del espectro, una vaca requiere ocho kilogramos de pienso para producir un kilogramo de carne de vacuno”.

Reconoce que hay que investigar más al respecto, pero recuerda que los científicos saben bien que los insectos son tan diferentes de los mamíferos a nivel biológico, que es muy poco probable que las enfermedades de los insectos se transmitan a los seres humanos.

Indica que “existen regulaciones que a menudo prohiben utilizar insectos en los alimentos para el consumo humano, aunque con un número creciente de tiendas de alimentos y restaurantes novedosos que surgen en los países desarrollados, parece haber una gran tolerancia.

“Al igual que con otros tipos de alimentos, la producción higiénica, el procesado y la producción de alimentos serán importantes para evitar el crecimiento de bacterias y otros microorganismos que pudieran afectar a la salud humana.

“Las normas de inocuidad alimentaria pueden ampliarse para incluir los insectos y los productos a base de insectos, y las normas de control de calidad a lo largo de la cadena de producción serán fundamentales para lograr la confianza del consumidor en los alimentos y piensos que contengan o que procedan de insectos.

“El sector privado está dispuesto a invertir en la cría de insectos. Tenemos grandes oportunidades por delante”, aseguró Paul Vantomme, uno de los autores del informe, “pero hasta que no haya claridad en el ámbito jurídico, ninguna empresa importante va a asumir el riesgo de invertir dinero si las leyes siguen siendo poco claras o incluso obstaculizan el desarrollo de este nuevo sector”.

Por último, el director de la FAO, José Graziano da Silva, comentó que “los bosques contribuyen al sustento de más de mil millones de personas, incluyendo muchas de las más necesitadas del mundo.

Los bosques proporcionan alimentos, combustible para cocinar, forraje para los animales e ingresos para comprar comida.

“Los animales silvestres y los insectos ?dijo- son a menudo la principal fuente de proteínas para la población en las zonas forestales, mientras que hojas, semillas, hongos, miel y frutas proporcionan minerales y vitaminas, garantizando una dieta nutritiva”.

Pero los bosques y los sistemas agroforestales son rara vez tenidos en cuenta en las políticas de seguridad alimentaria y de uso de la tierra. A menudo, la población rural no tiene derechos de acceso seguro a los bosques y árboles, poniendo su seguridad alimentaria en peligro.

“La importante contribución que los bosques pueden hacer a la seguridad alimentaria y la nutrición de la población rural debe ser mejor reconocida”, finalizó, de acuerdo con lo publicado en el mencionado sitio electrónico.

México, 19 May. (Notimex)