Las políticas públicas para combatir el sobrepeso y la obesidad en México deben reorientarse para generar un entorno social que favorezca el consumo de alimentos nutritivos y la realización de actividad física, pues actualmente se enfocan en el cambio de hábitos individuales.

De acuerdo con el artículo «Obesidad, la epidemia», publicado en el número de marzo de la revista Nexos, «el enfoque sobre el entorno y no sobre el individuo puede ser una estrategia para cambiar el rumbo de la población hacia comportamientos más saludables».

El documento resalta que hasta 2012, había alrededor de 48.6 millones de los adultos en el rango de sobrepeso y obesidad, así como 6.3 millones de los adolescentes y 5.7 millones niños de entre cinco y 11 años.

Los autores resaltan que a pesar de que este padecimiento ha aumentado sostenidamente en todos los grupos socioeconómicos, rangos de edades, sexos y regiones del país, existe una relación entre la obesidad y los niveles de pobreza.

Sostienen que la pobreza está ligada fuertemente tanto a la desnutrición como a la obesidad, pues existe una tendencia a consumir alimentos procesados de bajo costo pero con altos contenidos energéticos que sólo aportan calorías e incrementan el peso corporal.

«La lucha contra la obesidad debe, necesariamente, contemplar la relación que existe entre pobreza y obesidad. Las consecuencias de la obesidad y su tratamiento afectan de manera directa el bienestar de las familias, y éstas pueden ser mucho mayores en sectores desprotegidos. La pobreza, la desnutrición y la obesidad no son eventos aislados», refiere el documento.

En ese sentido, explica que muchos de los problemas de salud pública se han controlado al modificar el medio ambiente, por lo que resulta importante promover cambios en las acciones para el control de la obesidad, más allá de la intervención médica o el asesoramiento individual.

Las actividades sedentarias como ver televisión, agrega, afectan a la población infantil que es un sector vulnerable a padecer obesidad, definida como un aumento por encima de los límites deseables de la cantidad de tejido adiposo en el cuerpo humano.

Al citar datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), refieren que sólo 35 por ciento de las personas de entre 10 y 19 años son activas, cerca de 50 por ciento de los adolescentes pasan 14 horas semanales o más frente a la televisión, es decir una cuarta parte de ellos pasa hasta tres horas diarias en promedio.

Mientras que sólo 40 por ciento de la población practica algún tipo de actividad física, y el sedentarismo es considerablemente más frecuente entre las mujeres.

Ante ese panorama aunado a un ambiente de alta disponibilidad y variedad de alimentos, alertaron, resulta más complicado para las personas elegir una dieta adecuada.

«En diversos estudios se ha observado que factores contextuales, como las características de las zonas donde viven las personas, están asociados con la obesidad. Existe nueva evidencia que apunta a que un mayor acceso a comercios que venden alimentos frescos pudiese alterar las prácticas alimenticias y disminuir los riesgos del sobrepeso».

Es por ello que el abordar el tema de la obesidad y el sobrepeso con el enfoque del entorno también se previene el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes y los padecimientos cardiovasculares, así como la depresión, baja autoestima y discriminación.

Por otro lado, el sobrepeso y la obesidad también tienen un importante impacto en las finanzas de los sistemas de salud.

Y es que de acuerdo con estudios de la Secretaría de Salud, en México el costo directo estimado que representa la atención médica de las enfermedades atribuibles a esos padecimientos aumentó 61 por ciento entre 2000 y 2008, al pasar de 26 mil 283 millones de pesos a por lo menos 42 mil 246 millones.

La investigación recordó que en la pasada administración se llevó a cabo el Acuerdo Nacional de Salud Alimentaria (ANSA) como una política pública basada en la mejor evidencia científica, los determinantes sociales de la obesidad y el establecimiento de metas de cumplimento.

El acuerdo incluyó 10 objetivos que debían realizarse en forma intersecretarial e intersectorial y aunque se implementaron una importante serie de acciones en el sector salud «en su expresión transectorial, resultó débil y la mayor parte de los puntos acordados no tuvieron el cumplimento establecido».

Una excepción importante fue el Programa de Acción en el Contexto Escolar que, entre otros cambios, generó los Lineamientos Generales para el Expendio o Distribución de Alimentos y Bebidas en los Establecimientos de Consumo Escolar de los Planteles de Educación Básica.

Sin embargo, al tratarse de un acuerdo voluntario, sin compromisos jurídicamente establecidos, su cumplimiento quedó a voluntad de las dependencias gubernamentales y la propia industria alimentaria, que firmaron ese acuerdo.

La actual administración federal, mediante la Cruzada contra el Hambre, se enfrentará al reto de controlar la obesidad a partir de los problemas nutricionales con una visión multisectorial a corto y largo plazo y con el costo político que implica.

El artículo fue escrito por Sofía Charvel Orozco, profesora del Departamento Académico de Derecho del Instituto Tecnológico Autónomo de México, y los investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública, Martín Lajous Loaeza y Mauricio Hernández Ávila.

México, 10 Mar. (Notimex)