Alguna vez tuve un sueño sobre un reloj despertador errante que me perseguía. Yo lo evitaba porque sabía que si éste me tocaba, me iba a despertar (y obviamente nadie quiere que su sueño se vea interrumpido). Después de correr y correr para huir del inevitable destino, tropecé; el reloj se abalanzó sobre mí y en ese preciso momento el reloj despertador que estaba en mi buró comenzó a sonar y abrí los ojos. Frustrado, sí, pero más que nada sorprendido.

¿Cómo supo mi cuerpo que el despertador iba a sonar?, ¿fue mera coincidencia? O, como mucha gente me lo dijo, ¿no podría ser que el despertador llevara sonando ya un rato y no fue hasta algunos minutos –o segundos- después que me desperté?

Resulta que existe un fenómeno que le pasa a mucha gente (y en teoría le puede pasar a todo el mundo) en el cual unos minutos o inclusive segundos antes de que el despertador suene, abren los ojos. O  puede ser que sigan con los ojos cerrados negando que están despiertos. De cualquier forma ya están conscientes.

Esto se debe a que nuestro cuerpo tiene un reloj interno (ritmo circadiano), al cual le encanta la predictibilidad. Basta con que algunos días alguien se duerma y despierte a la misma hora para que el reloj entre en sintonía y entonces el fenómeno ocurra.

El cuerpo humano produce una proteína llamada PER, que se encarga de regular el ciclo de sueño y vigilia. Cuando ésta se encuentra en mayor cantidad –durante el día- nos sentimos despiertos y activos, pero cuando los niveles bajan –durante la noche- lo mismo pasa con la presión sanguínea y el ritmo cardiaco. En otras palabras, nos da sueño.

Si el cuerpo sabe a qué hora te vas a despertar (lo cual sucede si ya entraste en un buen ritmo), aproximadamente 60 minutos antes de que lo hagas, los niveles de PER empiezan a subir y con eso la presión sanguínea y el ritmo cardiaco aumentan. El cuerpo también libera algunas hormonas como cortisol, que hace que el nivel de azúcar en la sangre incremente y, en fin, la cosa es que tu cuerpo te empieza a despertar gradualmente.

Ahora, lo interesante de todo esto es que para evitar que algo tan incómodo y estresante como lo es una alarma, interfiera con el arduo trabajo que hace tu cuerpo para despertarte poco a poco. El organismo empieza a liberar todas esas sustancias desde antes para ganarle al reloj. Esa es la razóm por la cual nos despertamos algunos minutos antes de que el despertador suene. Es como si nuestro cuerpo supiera exactamente a qué hora va a sonar el despertador.

Al final nunca sabré la verdad sobre el despertador de mi sueño. ¿Habrá sido mera coincidencia?, ¿mi cuerpo sabía a qué hora me iba a despertar? Quién sabe. Lo que les puedo decir es que, tal vez, si hubiera corrido lo suficientemente rápido y no me hubiera tropezado, todavía seguiría dormido.

 

Con infromación de:
The Guardian

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