El presidente estadounidense, Barack Obama, ha pedido a corporaciones que suban los salarios de sus empleados en su discurso anual del Estado de la Unión. El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, ha pasado el último año pidiéndole a las empresas en el país que hagan lo mismo.

Ninguno de los dos líderes ha visto mucha acción al respecto, por razones obvias: salarios más altos para los empleados restan las ganancias de corporativos y con la tasa de desempleo alta en EUA y la baja fuerza de labor en Japón, no existe la falta de labor necesario para obligar a compañías para aumentar los salarios de sus empleados. Entonces, ¿por qué están buscando conseguir esta tarea quijotesca?

En una sola palabra: deflación.

Las economías avanzadas, de las cuales EUA y Japón son las más grandes, se encuentran en medio de una baja inflación – debajo del 2% propuesto por ambos países – que tiene a los economistas advirtiendo por necesidad de un cambio. Christine Lagarde, de la fundación internacional monetaria, ha dado advertencias de esto por meses con miedo de que la inflación desacelerada exacerbará las cargas pesadas de deudas por las economías avanzadas y dificultará para los corporativos financiar sus operaciones.

Aumentos de salarios ayudarían a crear una inflación positiva, pero igual de importante, ayudarán a ingresos estancados que se han visto en EUA y en Japón en los años recientes.

Los salarios japoneses han disminuido desde el 2000 mientras que en EUA aún no llegan ni cerca de recuperar sus picos pre-crisis.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.