“No te lo puedo comprobar, pero sé que hay alguien más”. Los celos son una respuesta a la sensación de pérdida o desinterés del ser amado, una pareja principalmente, pero también se puede hallar entre los hermanos y amigos.

Eduardo Calixto, jefe del Departamento de Neurobiología de la división de investigaciones en Neurología del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón  de la Fuente”, indica que los celos pasan de ser algo natural a una enfermedad cuando dedicamos más de 30% de nuestro tiempo en pensar cómo el otro nos está engañando (aproximadamente 3 horas de las 10 que permanecemos despiertos).

 ¿Celar es parte de vivir?

 Para Calixto, los celos nos permiten ser competitivos y tener la convicción de mejorar como personas, ya que son parte de un proceso evolutivo, que en nuestras primeras etapas (la niñez) nos proporcionan la experiencia para comprender mejor las pérdidas emocionales.

Los celos están relacionados con tres factores:

1. Biológicos. En el caso de los hombres se manifiestan a través de la ira, además de que para ellos los celos se producen por la sanción de pérdida de la pareja desde un aspecto sexual. Para las mujeres este sentimiento se dirige más hacia un aspecto emocional.

Los hombres son más propensos a los celos debido a la presencia de una hormona llamada vasopresina, la cual también produce que tengan relaciones más superficiales.

2. Psicológico. Se aprende de los padres, en su trato de pareja y cómo estos se celan.

3. Social. Es la influencia que tiene el entorno sobre nosotros; ejemplo, novelas y películas.

Sin embargo, los celos pueden dañar más que una relación, Calixto señala que los celos generan un aumento en la producción de cortisol y un consumo de energía que termina por cansar a la persona, ya que es una de las sensaciones que más desgasta al cerebro, por ello se debe de mantener en control.

Con información de Bienestar 180