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Lo encontramos en las brumosas montañas del centro de Chile, cerca del pueblo de Águila Sur, mientras realizaba un ritual al atardecer con dos asistentes.

Milton Flores, médico de 58 años, no encabeza una secta religiosa ni un culto clandestino. Es un psiquiatra singular en muchos aspectos. Sin embargo, con su cruzada por la legalización de la marihuana en su país ha ganado fama.

Cuando se le pide que describa la sustancia, responde que es “una herramienta y un medicamento”. Flores ha usado el cannabis durante años para tratar los diversos trastornos de sus pacientes, como la depresión y la ansiedad. También reconoce que fuma marihuana desde los 14 años.

Flores es el principal defensor en Chile de la legalización de la marihuana y otras drogas similares como el peyote, la ayahuasca y la hierba de San Pedro. Flores y otros expertos llaman “enteógenos” a estas sustancias. Son plantas que contienen elementos psicoactivas, y las usaban los chamanes y sanadores latinoamericanos en ceremonias religiosas mucho antes de la llegada de los conquistadores europeos en el siglo XVI.

El principal argumento que Flores blande en contra del estatus ilegal de estas drogas es que el Estado no gana nada al penalizar a los individuos que las usan con fines medicinales o espirituales como él.

“El cannabis no es ni bueno ni malo”, dice. “Se puede usar de forma adecuada o inadecuada. Es una herramienta que puede tener efectos considerables”.

Durante su carrera, el psiquiatra ha manifestado abiertamente su postura acerca de esas drogas, y ha llegado lejos para demostrar que tiene razón. Las autoridades chilenas han cateado su propiedad en dos ocasiones.

En marzo, la policía confiscó varias plantas de marihuana en su casa de descanso en las montañas. Su caso llegó hasta la Corte Suprema de Chile, pero lo desecharon por un tecnicismo. Recientemente, condenaron a Flores por cultivar 116 plantas de marihuana en su propiedad en Águila Sur; la semana pasada lo sentenciaron a más de 18 meses de libertad condicional.

“Nadie está dispuesto a escuchar los ruegos de un ciudadano que decide ejercer su libertad de consciencia y su libertad de cultivar lo que es sagrado para cuidar su vida”, dijo Flores a CNN. “Para mí esta es la violación más grave y [este fallo] la hizo evidente”.

No sorprende que Flores tenga una importante cantidad de fans entre la juventud chilena, entre ellos Óscar Bustamante, estudiante de la Universidad de Chile en Santiago.

“Consumir marihuana, independientemente de las razones, es una elección total y absolutamente personal y no debería prohibirse si el individuo no daña a nadie más”, dice Bustamante.

Algunos políticos chilenos simpatizan con la causa de Flores. Hace unos años, un ministro del gobierno reconoció que fumaba marihuana. Algunos senadores y representantes lo siguieron. Aunque fumar marihuana ya no es un estigma como antes y rara vez se persigue como delito, en el país todavía se prohíbe la producción, venta, distribución y posesión del cannabis a gran escala.

Iniciativas internacionales

El gobierno chileno está bajo la presión de ambas partes. Por un lado, los países como Estados Unidos y Colombia respaldan una postura firme en la aplicación de las leyes contra las drogas. Por el otro, los políticos liberales proponen que se distinga entre la salud pública y la seguridad nacional al momento de lidiar con las drogas.

Es un debate que los líderes en Estados Unidos y otros países sudamericanos conocen bien. Los legisladores de Uruguay han debatido durante casi un año una propuesta de ley para legalizar la marihuana. Con la propuesta, el gobierno uruguayo tendría el poder de regular la producción, venta, distribución y consumo.

Los expresidentes latinoamericanos Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Cesar Gaviria, de Colombia, y Vicente Fox, de México, se han manifestado públicamente a favor de la legalización, no solo de la marihuana, sino de otras drogas. Fox dijo a CNN en noviembre de 2012 que la guerra contra las drogas “cuesta mucho dinero. Cuesta muchas vidas y sangre; cuesta mucho en términos de inversión extranjera perdida, del turismo que México ha perdido”.

El expresidente dice que su eficacia es cuando menos cuestionable y que los países deberían considerar que el problema de las drogas es un asunto de salud pública.

Patricio Navia, profesor de Estudios Liberales de la Universidad de Nueva York, dice que cada vez más legisladores de Chile están a favor de la despenalización para que las fuerzas del orden puedan dedicar sus esfuerzos a combatir las drogas más adictivas como el crack.

“El problema de las drogas en Chile tiene que ver con el crack”, explica Navia. “Entre la población de escasos recursos, el crack es el mayor problema relacionado con la delincuencia. Quienes fuman marihuana no atacan a otras personas para conseguir más dinero para seguir fumando marihuana”.

Tal vez la mayor fan de Flores sea su hija. Carola Flores Fernández, estudiante de doctorado en Antropología en la Universidad de California en Santa Bárbara, dice que la cruzada de su padre ha abierto un importante debate sobre las drogas, asunto que solía ser tabú.

“Estoy muy orgullosa y creo que eso está cambiando la perspectiva de muchas personas poco a poco a diferentes niveles en este país”, dice Flores Fernández.

En su casa de descanso en Águila Sur, Flores dice que ya no cultiva marihuana, aunque conserva pequeñas plantas de San Pedro y de ayahuasca. Espera que su cruzada le permita cultivar y consumir esas drogas sin temor en un futuro cercano.

CNN