Fotografías, entradas de conciertos y de cine, ilustraciones a carboncillo, carteles de bandas de música, fotogramas de películas… Objetos que forman parte de la vida de uno y que muchos guardan en una caja o los exponen en su habitación. Aquí nos colamos en el cuarto de algunos universitarios de España para ver cómo viven y cómo es el mundo que los rodea
¿Qué revelan los dormitorios acerca de sus propietarios? ¿Qué dicen las habitaciones de estudiantes sobre ellos? Estas preguntas las formulaba el periódico ‘The Guardian’ en un reciente reportaje sobre la vida cultural de los jóvenes.
Carmina Carot (23 años)
Estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona (UB).
Cámaras de fotos, ilustraciones, una caja de galletas, pósteres, un poni rosa… Distintos elementos que convergen en un mismo punto: la cama. «Es el mueble que ocupa más espacio de mi habitación y por eso quiero que concentre muchas cosas. Las sábanas, las almohadas, las luces y las cosas que hay por encima del cabecero forman un todo que es mi cama. Es el lugar donde paso gran parte de mi tiempo libre. Lo que más me gusta hacer es comer», cuenta su propietaria.
Julián Ruiz (23 años)
Estudiante de Arquitectura en la Universidad politécnica de Valencia. Este año cursa la beca Erasmus en Amberes.
Observar el espacio, entenderlo y jugar con él. Así diseñó Julián su cuarto. «Ser estudiante de arquitectura me ha enseñado a comprender mejor cómo distribuir el espacio. No sigo el Feng Shui, pero cada dos o tres meses cambio todos los muebles de posición. Podría considerarse una manía, pero yo creo que es una nueva concepción del espacio, para conocer todas sus variantes, para experimentar con él porque la vida es experimentar».
Se define como un hombre de mundo, aventurero, por eso tiene un mapa de Amberes colgado en la habitación. «Es el objeto que más me define ahora mismo. En él tengo señalados todos los puntos de interés de la ciudad, los visitados y los que aún tengo que ver». Aunque hay un objeto al que le tiene especial cariño. El cartel que tiene encima de su cama. «Me lo hicieron mis amigos para mi fiesta de despedida en septiembre. Es lo primero que coloqué aquí y en ese momento es cuando entendí que esta era mi habitación».
Alba Moreno (19 años)
Estudiante de Diseño en Eina, Barcelona.
El diseño, y la variedad de estilos es algo que caracteriza su cuarto, a caballo entre la ciudad y la costa. «Hay ciertas cosas a las que les tengo un cariño especial, como las conchas y todo lo que colecciono del mar y la montaña, además de las plantas. Me gusta cuidarlas y ahora que es primavera es costumbre familiar tener la casa llena de flores».
Cada uno de los detalles son un reflejo de ella. «Creo que la luz, la distribución o los materiales pueden decir mucho de uno. Me gusta mucho la atmósfera que se crea cuando ya ha oscurecido y estoy con la iluminación de las lámparas o velas. Es muy acogedor y hace que pierdas la noción del tiempo.»
Germán Andrés (20 años)
Estudiante del Grado en Fundamentos de la Arquitectura y Urbanismo en la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).
Su habitación parece un estudio no de un arquitecto, sino de un músico. Hay amplificadores, una guitarra española, una guitarra eléctrica, un piano, discos y discos amontonados…. «Durante toda mi vida la música ha ocupado un lugar importantísimo. De hecho, tocaba el bajo un grupo, que se disolvió, pero guardo muy buenos recuerdos», señala el joven.
Hay un cartel del FIB del año 2010 y una fotografía de un músico callejero de Londres llamado Lewis Floyd Henry: «La hizo una amiga mía. Siempre me gustó mucho esa fotografía y cuando cumplí 17 años me la regaló». Tiene hasta un saxofón de madera. «Me llamó mucho la atención porque jamás había visto algo igual. Se lo compré a un vagabundo en Valencia, que luego descubrí que tenía un puesto en el rastro de Madrid. La verdad es que me encanta porque es raro y divertido», indica.
Entregas, maquetas, trabajos colectivos… Su carrera ha hecho que parte de su tiempo libre lo tenga que dedicar a sus estudios. «Echo de menos tener tiempo para perder el tiempo, aunque cuando llego a mi habitación estoy tranquilo. Aquí puedo desconectar, trabajar a mi ritmo. Estoy dentro pero a la misma vez fuera de la ciudad».
Confiesa que tiene planes para cambiar algunas cosas del cuarto, aunque hay algo inamovible: la guitarra española. «Fue lo primero que puse aquí, y la quiero seguir teniendo como está. Imagino que es algo nostálgico, pero hay cosas que no tienen por qué moverse de donde están».
Paula Romero (19 años)
Estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona (UB).
Los dibujos, el color, las acuarelas… Todo aquello que forma parte del mundo del arte es el aire que se respira en su habitación. «En una de las asignaturas trabajamos las técnicas artísticas usadas durante a lo largo de la Historia del Arte y para practicarlas tuvimos que hacer un dibujo con acuarela. Me gustó y me lo colgué en una estantería de mi habitación».
Además de sus dibujos, Paula tiene un esbozo de la particular familia de artistas con la que convive. «Vivo con cuatro chicas más y una de ellas es ilustradora, Andrea. Un día hizo una muy bonita para un trabajo de la universidad, dibujó una lechuza, un reno y unos peces al estilo Andrea. Me regaló la ilustración, que me encantaba, y la puse en mi habitación».
Pero también hay objetos de su familia biólogica. «Guardo una rosa que me regaló mi hermano por Sant Jordi. La sequé y la coloqué ahí porque es la primera rosa que él me regaló. También tengo un calendario personalizado, con fotos y anotaciones, que me hizo una amiga muy especial. Cada vez que apunto algo me recuerda a ella. Soy una chica muy nostálgica. Me gusta recordar las épocas de mi vida a través de esos pequeños objetos».
Giulietta Hidalgo (24 años)
Estudiante de Arquitectura en la Escuela de Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB).
Amplitud y equilibrio. Estas son las características que tiene su habitación. «Nada más ver el piso pensé cómo colocaría los muebles para hacerlo más amplio, que diese la sensación de ser todo un mismo espacio y a la vez pequeños lugares independientes. Moví la cama y el armario, que son los objetos más voluminosos y, por tanto, definitivos», remarca.
En su habitación, las sillas juegan un papel fundamental. «Me siento de mil maneras sobre ellas. Son grandes, duras, pero muy cómodas. Además son preciosas. Una casa o una habitación tienen la capacidad de influir en el sentimiento; el ‘karma’. Todos los amigos que han entrado dicen que mi piso y mi habitación hace sentir bien, que dan ‘buen rollo’».