El agua representa 70% de la composición de nuestro cuerpo y es indispensable para mantenerlo sano porque, además de limpiar el organismo y eliminar las toxinas, es un vehículo eficaz para transportar vitaminas y sales minerales que nutren nuestras células.
Sin embargo, recientemente se ha debatido sobre si es bueno o malo beber agua durante las comidas. ¿Nos engorda o adelgaza? Al ingerirla con los alimentos, ¿retenemos más líquidos o no?
El libro Falsedades y mitos en la alimentación, del periodista español Antonio Ortíz y las expertas en nutrición Ana Palencia y Raquel Bernacer, explica el papel que juega el agua en nuestra dieta y por qué no tiene ningún sentido que le atribuyamos propiedades adelgazantes o “engordantes”.
Despejemos algunos mitos
Para empezar, ingerida al principio, durante o al final de la comida, el agua tiene cero calorías. En todo caso, dicen los autores, beberla justo antes de una comida puede engañar al estómago y llevar a comer menos.
También existe la creencia de que, si se toma durante las comidas, provoca retención de líquidos. Por el contrario, afirman, beber agua estimula el funcionamiento de los riñones y contribuye a un buen equilibrio hídrico.
En el caso de las llamadas dietas disociadas que no permiten tomar agua cuando se ingieren carbohidratos debido a que supuestamente “dificulta la digestión”, los especialistas en nutrición señalan que esta medida provoca que alimentos como las papas, el pan, el arroz y otros ricos en carbohidratos engorden más.
Las ventajas de beber agua en una dieta
1. Suprime el apetito y ayuda al cuerpo a metabolizar las grasas más eficientemente. Beber un vaso de agua 10 minutos antes de comer, permite llegar con menos ansía a la mesa. Asimismo, entre más agua beba, más grasa sale del cuerpo.
2. Si estás predispuesto a retener líquidos, el beber más agua ayuda a su control. Cuando su cuerpo presiente que está deshidratado, se resiste a eliminar cada gota, así que usted se hincha. Cuándo usted bebe suficiente agua, el cuerpo elimina el exceso agua.
3. A menudo los dolores de hambre son verdaderamente signos de deshidratación, así que beber agua puede ayudar a eliminarlos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir dos litros de agua al día. Sin embargo, muchas personas se quedan en litro y medio o hasta menos. Dado que el primer síntoma de deshidratación es la sed, hay que beber agua a pesar de no tener ganas.
Para lograrlo, es mejor beber a intervalos regulares varias veces al día, en vez de una gran cantidad cuando se siente la necesidad.