La viralidad que promueve Internet no tiene límites. Para muestra, este texto sobre amor y desamor titulado El síndrome de la caca fría:

“Hace un par de meses rompí con mi novia porque descubrí que me había engañado múltiples veces. Ayer me llamó por teléfono y me preguntó si nos podíamos ver. Le dije que sí.

Fue raro, porque la pasamos genial esa tarde juntos. Me di cuenta de que aún la amaba y extrañaba. Cuando llegué a casa le platiqué a mi abuela (ella es mi mejor amiga) sobre mi tarde con mi ex. Y lo que me dijo ha sido la cosa más sabia que he escuchado en mi vida:

Oh cariño, ¡recuerda que rompiste con ella por una razón!

-Sí, lo sé, abuela, pero es que aún la amo.

-Por favor no te atrevas a padecer el viejo ‘Síndrome de la Caca Fría’.

-Uhmm… ¿Qué es eso?

-Mira, el ‘Síndrome de la Caca Fría’ es así: “Cuando tu popó está aún calientita, puedes saber y oler que es caca, por lo tanto no te atreverías a acercarte a ella. Por otro lado, cuando la popó se vuelve fría y dura, mucha gente puede pensar que es chocolate, y se atreven a probarla para luego descubrir de la peor manera que sigue siendo caca. Ella te engañó y no una, sino varias veces, ella es caca, no chocolate. Recuerda esto“.

El autor se llama Marco Vera, un mexicano al que su abuela Maria Antonia le dio este consejo en la vida real tras romper con su pareja. El joven la publicó en 2013 en su página Hi5.

‘El síndrome de la caca fría’ tiene su explicación en términos psicológico con una teoría sobre el refuerzo intermitente y el castigo, como asegura Cristina Valle, psicóloga de la Universidad Complutense de Madrid.

Según Valle, en términos de pareja, cuando se inicia una relación se tienen ciertas expectativas a que nuestra pareja cumpla un patrón de comportamiento que nos haga sentir bien. Esto se consigue reforzando positivamente al otro con frecuencia. Es decir, adulando, expresando amor, etc.

Cuando este patrón sucede sólo de manera intermitente, uno de los miembros de la pareja modifica su comportamiento para conseguir esa regularidad de refuerzos. Esta actitud genera una excesiva dependencia y se tiende a minimizar las actitudes negativas del otro.

De esta manera, se crea una dinámica por la que “la gente prefiere quedarse con lo bueno y minimizar lo malo“, indica la psicóloga.

El resultado de este tipo de relaciones no puede ser más negativo. Hombres y mujeres se ajustan a infidelidades, malos tratos o cualquier comportamiento negativo a cambio de pequeños momentos donde sale a relucir el comportamiento que los hace sentir bien.