Los derechos sexuales reproductivos son aquellos que protegen la libertad de una persona para decidir de forma libre e informada si tendrán hijos o no, en qué momento, con quién y cuántos, si es que desean concebir.

Se trata de un derecho inalienable, derivado de los derechos humanos, que se encuentra descrito en casi todas las constituciones del mundo, incluyendo la mexicana, así como en organismos internacionales como Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud.

Parece obvio, pero los jóvenes no saben que tienen el derecho a exigir a las autoridades sanitarias información, métodos anticonceptivos y atención médica gratuita. Ni siquiera existe un conocimiento pleno de qué son los derechos sexuales. Tú, ¿los conoces?

Sexualidad con responsabilidad

Hombres y mujeres tienen derecho a la información,  a decidir si se tiene o no relaciones sexuales, con quién y las consecuencias, a saber que su vida cambiará de forma radical con un embarazo, a la igualdad, a la privacidad, a la libertad de pensamiento, a la educación sexual desde la infancia y a decidir o no contraer matrimonio.

Estos son los derechos sexuales, los cuales conllevan una gran responsabilidad compartida. Hombres y mujeres deben saber que concebir no es un juego y que la sexualidad debe ser ejercida de forma segura, sin que deje de ser placentera:

“Existe la información, se da desde la escuela, pero se tratan más bien de datos anatómicos, no hay un conjunto de acciones integrales que aborden la parte emocional y la cultura de responsabilidad. El porque me quiero, me cuido.”, comentó  la doctora Deny Welsh, especialista en medicina sexual y colposcopista.

Cuándo empezar

Es innegable que cada día se inicia de forma más rápida la vida sexual entre los jóvenes. “Los varones comienzan el jugueteo desde los 13 años, en la secundaria”, aseguró la doctora Welsh. El inicio precoz y la falta de conciencia de las consecuencias que tiene el sexo inseguro, lleva a los adolescentes a cometer errores que cuestan caros.

“Todavía son pocos los hombres que toman la iniciativa para utilizar algún método anticonceptivo. No sólo eso, cometen errores al ponerse el preservativo. Un condón que se rompe o cae es porque estuvo mal puesto.

“Otro error frecuente es creer que la marcha atrás o coito interrumpido es un método anticonceptivo. Es una práctica riesgosa por el hecho de que no se tiene la certeza si se escapó líquido seminal en el trayecto pero, también, porque genera daños estructurales en el varón. Al frenar la eyaculación se congestiona el testículo, produce dolor y puede ser causa de eyaculación precoz”, dijo la doctora Welsh.

La paternidad es de muy hombres

Históricamente la mujer es quien tiene la mayor parte de la carga reproductiva, no sólo por el hecho de que biológicamente realiza el proceso de gestación, sino porque muchas de ellas se convierten en madres solteras cuando se suscita un embarazo no deseado.

Los hombres que deciden asumir su responsabilidad se ven afectados en el aspecto social,psicológico y económico. De entrada podría haber problemas en la pareja, en el momento de discutir tendrán o no al bebé. Si deciden tenerlo, el hombre adolescente por lo regular se ve forzado a dejar sus estudios para buscar alguna fuente de ingreso, lo que a la larga conlleva frustración y menos oportunidades a futuro.

En muchos casos la familia obliga a la joven pareja a contraer matrimonio sin estar completamente seguros del paso que van a dar. “Un hijo -comenta la la doctora Welsh – te cambia la vida. Es por ello que se deben usar métodos anticonceptivos para disfrutar la relación antes y después de la misma”.

Un embarazo no deseado a edades tempranas frena la evolución natural de hombres y mujeres. Los convierte en adultos de forma prematura y la calidad de vida que le ofrecen a sus hijos tampoco es la más adecuada porque ellos mismos no han tenido la oportunidad de formarse. Lo mejor es la protección.

Fuente: esmas