Las autoridades de la NASA anunciaron que existen problemas con el satélite Kepler, la máquina buscadora de planetas más exitosa del mundo.
Desde que se lanzó, hace cuatro años, el Kepler ha detectado más de 2.700 posibles planetas que orbitan a estrellas que no son nuestro sol, de los que se han confirmado más de 100. Algunos de esos exoplanetas se asemejan a la Tierra en tamaño o masa.
Recientemente, se reportó que en la zona habitable hay tres planetas similares a la Tierra: están lo suficientemente cerca de la estrella a la que orbitan como para que el agua sea líquida y lo suficientemente lejos para que no hierva. Los planetas que tienen agua líquida bien podrían albergar vida.
Ahora, la segunda de las cuatro ruedas de reacción de la nave Kepler, que orienta los instrumentos de la nave, parece haber fallado. Aún no se sabe si es posible repararla completamente.
Para que la nave se oriente con precisión, se necesitan al menos tres ruedas de reacción, que corresponden a los tres ejes dimensionales (arriba-abajo, norte-sur y este-oeste). La cuarta rueda sirve como respaldo y ofrece comparaciones de los datos de todas las ruedas. La primera rueda falló a mediados del año pasado; ahora, el Kepler tiene pocas ruedas de reacción para conservar la orientación con estabilidad suficiente.
Cuando un componente tan importante como el acelerador falla en una nave espacial, el software de operación orienta los paneles solares hacia el sol para garantizar un suministro continuo de energía.
La energía es la sangre de un satélite: si la pierdes, las comunicaciones también se van, de tal suerte que el artefacto no puede orientarse correctamente para recopilar datos. Sin embargo, las baterías se agotan rápidamente, así que los ingenieros trabajan en un software que pueda orientar a la nave y conserve la energía cuando algo salga mal.
Las ruedas de reacción son volantes de inercia que llevan un “momento de inercia angular”, un término que describe una fuerza como la que mantiene a un auto en movimiento aunque el conductor no pise el acelerador.
Los objetos que giran sobre su eje lo hacen hasta que transfieren el momento de inercia angular a otro objeto. Por ejemplo: si un volante de inercia recibe la orden de girar más lento (a través de un motor eléctrico), la nave girará más rápido para compensar. Si el volante gira más rápido, la nave girará en la dirección opuesta. Si se aumenta o disminuye el giro de una rueda de reacción se puede cambiar la orientación de la nave.
Esta puede parecer una forma complicada de hacer que un telescopio se mueva, pero el problema es que no hay nada en el espacio que sirva para tomar impulso. Para cerrar una puerta, basta empujarla. Eso funciona porque la gravedad te mantiene firme en el piso y tus pies se quedan firmes gracias a la fricción con la puerta.
Si empujaras una puerta abierta en el espacio, esta te empujaría en la dirección opuesta. En el espacio, no hay forma de mantenerse inmóvil, así que las ruedas de reacción del Kepler son esenciales para orientar la nave precisa y firmemente. Desafortunadamente, una orientación menos estable significa una fotometría menos coordinada (la medición de la luz de una estrella).
Debido a que el Kepler estudia a los planetas a través de medir las pequeñas interrupciones del brillo de una estrella, cuando un planeta opaco cruza frente a dicha estrella significa una fotometría menos precisa que dificulta el hallazgo de planetas parecidos a la Tierra.
La NASA intenta descifrar cómo arreglar las ruedas de reacción averiadas. Han hecho cosas asombrosas antes, así que no es necesario ser un optimista para pensar que aún hay una oportunidad de cambiar la orientación del Kepler.
Sin embargo sería terrible perder a un Kepler totalmente funcional que ha encontrado más planetas potenciales que cualquier otra instalación o método. Los datos del Kepler han calculado la cantidad de planetas similares a la Tierra que puede haber en la Vía Láctea: al menos 17,000 millones. Eso significa que puede haber un planeta parecido a la Tierra en una de cada seis estrellas.
Afortunadamente, hay otras formas de encontrar planetas además de la detección de tránsitos (el paso de un cuerpo planetario frente a un sol) como lo hace el Kepler. De hecho, los primeros cientos de exoplanetas se encontraron gracias a la técnica de
“velocidad radial”, que detecta pequeños movimientos de una estrella conforme esta y sus planetas se orbitan recíprocamente.
Una profesora de astronomía de Yale, Debra Fischer, ideó unas ingeniosas mejoras a esta técnica con el fin de encontrar 100 planetas del tamaño de la Tierra, de los que tal vez un 10% sean capaces de albergar vida. (Puedes escuchar la historia completa en la conferencia de Fischer en TEDx, Por qué necesitamos encontrar 100 Tierras).
Fischer busca planetas similares a la Tierra en la zona habitable. Después de todo, el descubrimiento de vida en otro planeta cambiaría profundamente la forma en la que vemos el mundo, al igual que Copérnico cambió la concepción geocéntrica del mundo por la heliocéntrica.
Así que cuando Fischer dice que deberíamos ser “la civilización alienígena que explore otros mundos”, yo digo que con o sin el Kepler, es cuestión de tiempo para que encontremos señales de vida en otros mundos.
CNN