Hace diez años si salías de viaje o estabas lejos no había forma sencilla de comunicarte a casa; había que buscar un teléfono público, atinarle a la lada internacional y esperar que los extrañados en cuestión contestaran el teléfono, problema que actualmente se soluciona con un verbo: skypear.

La aplicación para videollamadas por Internet Skype, llegó a nuestras vidas hace una década, y a partir de ello, literalmente, encogió al mundo (y estar lejos dejó de ser pretexto para no llamar).

En una década este servicio se convirtió en algo tan común que lo usamos como verbo; actualmente poco más de 300 millones de personas en el mundo skypean, ya sea para llamar a el/la novi@, hasta para intentar convencer a alguien de que los contrate o tomar clases a distancia (obvio desde la playa).

Según cifras de la compañía, que desde 2011 es parte de Microsoft, en 10 años hemos hablado a través de esta app 1,400 millones de minutos, si lo midiéramos en llamadas, serían 2.6 millones de años skypeando.

Pero antes de que se volviera famosa y fuera comprada por Microsoft por la módica cantidad de 8,500 millones de dólares, esta app comenzó como una idea de dos emprendedores de gélidas tierras: Niklas Zennström de Suecia y Janus Friis de Dinamarca.

A lo que de inicio fue pensado como un servicio de comunicación corporativa internacional de llamadas por Internet, se le agregó el servicio de video, mensajes y ahora hasta puntos de conexión WiFi, lo que conforma el Skype que conocemos hoy.

En estos 10 años desde Oprah hasta Lady Gaga han usado Skype para conectarse con sus audiencias e incluso el alpinista Daniel Hughes, quien llegó a la cima de Everest, skypeó con la BBC desde la cima.

Chilango