Las personas que viven con parálisis total o parcial en sus cuerpos siguen experimentando deseos y necesidades físicas y afectivas. Cada vez son más las sociedades donde el tabú de la sexualidad de las personas con capacidades diferentes se desenmascara para permitir elaborar alternativas a la medida: no se trata de una rama más de la prostitución, de pagarle a alguien por tener sexo con otra persona, sino de educar a las familias de las personas con capacidades diferentes y a los trabajadores y trabajadoras sexuales para reconocer y satisfacer las necesidades de los otros.

En Australia funciona desde hace 13 años Touching Base, un grupo de apoyo que ofrece los servicios de profesionales del placer a personas con capacidades diferentes. En Alemania, el grupo de trabajadores sexuales “Kassandra” no sólo brinda este servicio a las familias, sino que capacita a las personas que lo ejercen. Ambos grupos están de acuerdo en algo: el tacto al que una persona con parálisis está acostumbrado o acostumbrada es de índole clínica, para ayudarle a comer, vestirse o ir al baño; más que sexo, lo que se ofrece es la posibilidad de un contacto emocional, erótico incluso, pero sobre todo humano.

Una participante del grupo Kassandra afirma que “no siempre es acerca de tener relaciones sexuales, sino de ternura y contacto.”

Erica, otra integrante de Kassandra, trabaja en una casa de asistencia para adultos mayores en Nüremberg. Está acostumbrada a tocar a los pacientes mientras los ayuda día a día, para lavarlos o vestirlos. Sin embargo, extender su cartera de servicios al contacto sexual le ha ayudado a llevar placer a personas con discapacidades físicas, mentales y/o psiquiátricas, además “de claro, tomar los €150″ al hacerlo. “Sería tonta si no lo hiciera.”

“White Hands” ofrece un servicio similar para pacientes en Japón, y al igual que la sexóloga y trabajadora sexual Tuppy Owens en Inglaterra, muchas veces son las familias de los pacientes quienes han contratado durante décadas el servicio de escorts o acompañantes para sus familiares.

Como afirma Owens, la idea es que los y las “trabajadores sexuales le den a las personas con discapacidades la posibilidad de ser tocadas de forma no-médica, tal vez por primera vez en sus vidas; de ser sostenidos por un par de brazos y de que sus sueños sexuales sean respetados y vividos.”

Fuente: (Avant Sex)