Te despiertas una mañana como otra cualquiera junto a tu pareja. Pero algo ha cambiado.Te resulta completamente desconocida. Físicamente es igual, pero no es ella, seguro que es un doble exacto, un impostor. Este es uno de los casos al que tuvo que enfrentarse el psiquiatra Jean Marie Joseph Capgras en 1923. La paciente, una mujer de 53 años era incapaz de reconocer a su marido y a sus hijos, e incluso, pensaba que su finalidad era perjudicarla.Este trastorno fue posteriormente reconocido como el síndrome de Capgras. Aquellos que sufren este síndrome creen fervientemente que las personas, normalmente familiares y amigos, han sido reemplazadas por dobles idénticos que actúan como ellos.
Este síndrome se encuentra dentro de los síndromes de falsa identificación delirante (SFID), es decir, la imposibilidad de identificar un objeto, evento, lugar o personas. Entre estos, todos ellos calificados de “raros”, se encuentra el de Frégoli, donde el paciente cree que una o más personas han modificado su apariencia o se han disfrazado, para asemejarse a familiares suyos, normalmente para perseguirle allá donde vaya. También están el de intermetamorfosis, donde enfermo cree que las personas de su alrededor se han cambiado unas por otras, y el de dobles subjetivos, el paciente está convencido de que existen dobles exactos a él. De este último también existe una derivación llamada ‘doppleganger’, creer que hay un gemelo malvado.
«Estas alucinaciones son las que todos podemos tener en algún momento», afirma el psicólogo Sergio García. De hecho, muchas personas se han visto en la situación de conocer a alguien y que les resulte extrañamente familiar, como si ya lo conociesen. Y esto, tiene una pequeña relación con los síndromes de Capgras y Frégoli. Para entender mejor la patología, García pone un ejemplo con la enfermedad de Alzheimer: «a todos nos ha pasado que entramos en una habitación y olvidarnos qué es lo que íbamos a hacer allí. Esto no supone ningún problema si es puntual», asegura.
De la realidad al cine
Estos cambios de cuerpos e identidades ya se manifestaban en la mitología griega cuando, según la leyenda, Zeus, aprovechando la ausencia de Anfitrión, tomó su forma, y se acostó con su esposa. Además, el mundo cinematográfico refleja, directa o indirectamente, estos trastornos haciendo ver que la psicología y el cine están ligados.
Son numerosas las series y películas que acuden a crear un guión entorno a estos trastornos de identidad, aunque en muchos, ni siquiera el espectador sabe exactamente cuál es esa patología en la que está sumergido el personaje. Por ejemplo en películas como ‘Shutter Island’, ‘Una mente maravillosa’, ‘El Otro’, entre muchas otras. «Hay algo en estos trastornos que nos permite acercar la fragilidad y vulnerabilidad de la condición humana y sus vicisitudes. Siempre que vemos el sufrimiento del alma humana es difícil no conmoverse », apunta Jaume Cardona psicoterapeuta y creador de la web ‘Cine y Psicología’.
En la película ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’, unas semillas llegadas del espacio transforman a las personas en otros conservando la misma apariencia física. Esto provoca en los personajes un desconcierto entre las personas cercanas a ellos pensando: “mi mujer no es mi mujer”. Así, es cómo se sentiría exactamente una persona con síndrome de Capgras. Los actores que se enfrentan a la interpretación de diferentes trastornos «han de conocer la problemática que representan. Muchos de ellos se apoyan en el trabajo de profesionales», explica Cardona.
En ‘Cisne Negro’, la psicosis de la protagonista (Natalie Portman) crea en su imaginación una doble que actúa de una manera muy distinta a ella. Esta lidia entre lo bueno (ella misma) y lo malo (su doble), llegando a autolesionarse y suicidarse al sentirse perseguida. Esto ha llevado en el cine y las series al famoso fenómeno ‘doppleganger’ (gemelo malvado). Una de las series que representa algunos de estos trastornos de identidad es ‘Crónicas Vampíricas’. A lo largo de sus cinco temporadas no faltan situaciones tanto de suplantar identidades, personajes metiéndose en otros, o la de los gemelos malvados, que lo sufren los dos personajes principales.
Estos trastornos, que dan lugar a grandes interpretaciones en el mundo cinematográfico, están calificados de «extremadamente raros» y, aunque durante los últimos años haya habido más casos, no existe una causa y tratamiento para estos síndromes. Los últimos estudios apuntan que podría ser debido a lesiones cerebrales y como consecuencia de otras patologías.