El Papa Francisco lamentó hoy el daño que producen los hombres y las mujeres de Iglesia que son ambiciosos, trepadores, que usan al pueblo al cual deberían servir como trampolín para los propios intereses y las ambiciones personales.

En una audiencia con líderes de congregaciones y órdenes religiosas femeninas de todo el mundo, asistentes a la asamblea plenaria de la Unión Internacional de las Superioras Generales, el obispo de Roma instó a la congruencia con los votos profesados.

Durante su discurso, pronunciado en italiano, se refirió al significado que deben tener la pobreza, la castidad y la obediencia para las monjas.

«No debemos jamás olvidar que el verdadero poder, a cualquier nivel, es el servicio. Si para el hombre a menudo la autoridad es sinónimo de poseer, de dominio, de éxito, para Dios la autoridad es siempre sinónimo de servicio, humildad, amor», señaló.

«Pensemos al daño que producen al pueblo de Dios los hombres y las mujeres de Iglesia que son ambiciosos, trepadores. Estos hacen un daño grande a la Iglesia», insistió.

Por ello llamó a las religiosas a siempre ejercitar la autoridad acompañando, comprendiendo, ayudando, amando, abrazando a todas y a todos, especialmente a las personas que se sienten solas, excluidas, áridas, las periferias existenciales del corazón humano.

Al referirse a la castidad exclamó: «Pero por favor, una castidad fecunda, una castidad que genere hijos espirituales en la Iglesia. La consagrada es madre, ¡debe ser madre y no solterona! Perdónenme si hablo así, pero es importante esta maternidad de la vida consagrada, esta fecundidad».

Asimismo pidió que las religiosas vivan una pobreza que enseñe la solidaridad, el compartir y la caridad, y que se exprese también en una sobriedad y alegría por lo esencial, para poner en guardia de los ídolos materiales que ofuscan el sentido auténtico de la vida.

«La pobreza que se aprende con los humildes, los pobres, los enfermos y todos aquellos que están en las periferias existenciales de la vida. La pobreza teórica no nos sirve. La pobreza se aprende tocando la carne de Cristo pobre, en los humildes, en los pobres, en los enfermos, en los niños», ponderó.

Ciudad del Vaticano, 8 May (Notimex).