Ya sé, ya sé, puede parecer infantil pero no me importa, yo quiero hablar de Batman. Hace algunas semanas estaba en una librería en California y en el área dedicada a la Filosofía encontré títulos que relacionaban películas, personajes y series de televisión con conceptos filosóficos, entre ellos estaba el de “Batman and Philosophy: The Dark Knight of the Soul”  por White, Arp e Irwin, y no pude pensar que el personaje no solo se prestaba a un análisis filosófico, sino a uno psicológico, y cuando digo psicológico sabemos que estoy pensando en psicoanalítico.

En la teoría de Freud los sujetos se agrupan en función de estructuras subjetivas que definen sus características de personalidad y como subjetivan el desarrollo psicosexual  a través del Complejo de Edipo. Podemos agruparlos en tres grandes grupos: los Neuróticos, los Perversos y los Psicóticos. Así mismo las Neurosis pueden reducirse a tres, las importantes: Histeria (me parece esta es la neurosis por excelencia) la Obsesión, y la Fobia.

En este caso la estructura que nos interesa es la del Neurótico Obsesivo.  El Obsesivo se caracteriza entre otras cosas (no las voy a enunciar todas, pues no dispongo del espacio), en un sentimiento de culpa generado por su propio deseo; deseo que como ya hemos visto con anterioridad se reduce en el complejo de Edipo, al deseo incestuoso hacia la figura de la madre, y por los deseos de darle muerte a su rival inmediato, su padre.  Según la teoría Freudiana todos en algún momento hemos deseado la muerte de alguno de los padres, y el deseo de la muerte del padre en el obsesivo es un elemento que le provocará un sentimiento de culpa por la cual tendrá que pagar con angustia y elaborando rituales expiatorios a lo largo de su vida, rituales que pueden llegar a ser incapacitantes. Freud aborda este tema en particular analizando un evento en la vida de Fyodor Dostoievski. Freud relaciona los ataques de epilepsia de Fyodor a un auto castigo por deseos de muerte hacia el prójimo  y por lo tanto se ve llevado a un estado similar al de un muerto. En los Hermanos Karamazov se manifiesta a través de la trama de la novela, el deseo de darle muerte al padre, pues Fiódor Karamazov, el padre de Dimitri, Iván y Alekséi, es asesinado en la novela, mientras que el padre mismo de Dostoievski es asesinado también en la realidad.  Fyodor por su parte es condenado a pasar un tiempo en prisión por un crimen político, condena injusta y que él debía saberlo, pero que purga, y la hipótesis freudiana es esta: cumple la condena para expiar su culpa por la muerte simbólica del padre Karamazov (una forma de simbolizar a su propio padre) que se vio cristalizada en la realidad.

Como sabemos  Bruce  Wayne queda huérfano en la infancia por el asesinato de sus padres; el sufre un ataque de ansiedad durante un evento por lo que los padres deciden retirarse temprano del mismo, lo que los pone a merced de un criminal que los asesina en un callejón. A partir de ese momento el joven Bruce dedica su vida a buscar venganza, pero la estructuración de una figura Super-yoica dominante le impide realizarla, instaurando una regla, una ley: no matarás. No importa cuánto lo desee, es una línea,  una prohibición que él nunca va a rebasar. Es cuando comienza una cruzada contra el crimen, cruzada que me parece se convierte para él en una forma de expiar su culpa por los deseos inconscientes de parricidio que tomaron forma en la realidad. Vive su vida expiando un crimen que él no cometió, mantiene un luto constante por su pérdida, y tratando de evitar el crimen en su compleja Gótica, es como sí él mismo se estuviera deteniendo eternamente para no realizar el crimen. Mediante este ejercicio de proyección (atribuirle a otro características propias de la personalidad) detiene a todo criminal que  le pasa en frente, pues ellos hacen y representan algo que el no se permite y no se perdona, objetivar su propio deseo. Tarea que va a durar hasta que muera, pues hasta no reconocer de forma consciente el origen patógeno de su conducta, va a detener por siempre el deseo de otros sin darle cause al propio, que aunque por el momento es o aparenta ser sublimado (dirigir el deseo a una meta socialmente aceptable) continúa como fuente de malestar para él. Bruce desconoce, aunque en realidad no olvida, por lo que no perdona, no se perdona.