He vuelto, probablemente no lo notaron pero me tomé unas vacaciones, pero ya que estoy de vuelta y quiero comenzar el año con un tema que es de relevancia estructural para lo que se convertirá el psicoanálisis después de Freud, y después todavía de la corta de miras Anna.

Jacques Lacan incorpora a la teoría, su teoría del psicoanálisis estos tres constructos que servirán para explicar en qué nivel se llevan a cabo los procesos psíquicos, qué lugar tienen en un análisis y como determinan la estructura del sujeto.

Del primero que voy a hablar es del registro de lo Real. Es un constructo que se incorpora de la teoría freudiana, relacionado con la realidad psíquica, y de la filosofía, que es similar o análogo al fenómeno Kantiano, es intrínseco a la representación mental, pero imposible de simbolizar (esto último va a adquirir sentido o será más legible con los otros dos artículos).

A estos conceptos llegamos después de una arqueología del saber a lo Foucault, pues tiene que ver el proceso histórico del término, y la influencia del pensamiento de los contemporáneos de Lacan. En las primeras décadas del siglo XX el término Real se utilizó para referirse a un absoluto ontológico, un ser-en-sí  (opuesto a un ser-para-sí) que excedía las posibilidades de representación.  Bataille es su obra “La structure psychologique du fascisme”, obra basada en sus lecturas de Freud y en el seminario de Kojève sobre la Fenomenología del Espíritu de Hegel, en la que crea un término que en la patología anatómica designa el tejido mórbido, y para Bataille representaba lo sobrante, el desecho, los excrementos, la inmundicia, la existencia “otra” expulsada de las normas, locura y delirio, este término es el de la Heterología.

En esta heterología, en esto diferente Lacan primero depositó aquello que se podía percibir pero que no era posible de simbolizar, y es a partir de su lectura del caso Shreber (si me siguen leyendo, ya sabrán quien es este personaje psicótico en un par de meses) que le atribuye al registro de lo real el estado psicótico de un individuo, pues en este seminario explica que hay un significante forcluido (excluido de la  estructura psíquica) que le impide al sujeto hacer su incorporación al mundo simbólico del perverso o el neurótico, permaneciendo indiferenciado de lo real, psicótico, delirante.