El Trastorno Obsesivo Compulsivo (T.O.C.) es el nombre que le da el Manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales a los cuadros con estas características, pero en este espacio lo vamos a ver desde otra perspectiva, obvio la freudiana.

De la Neurosis Obsesiva ya había hablado de forma indirecta y enfocándome en solo una de sus características cuando la relacione con un personaje de ficción.  Hoy voy a hablar un poco más a fondo del tema para abarcar otras características de esta.

El término obsesivo no tiene un uso tan antiguo como el de histeria para referirse a algún estado patológico de la personalidad, en el siglo XIX el alienista francés Jules Falret lo utilizó para referirse a ideas que asedian al sujeto por una falta cometida y lo convierten en un muerto vivo; el término se tradujo al alemán por Richard von Krafft-Ebing, utilizó la palabra Zwang, la que remite a una idea de compulsión por parte del sujeto que se ve llevado a actuar en contra de su voluntad, y posteriormente Freud  doto de contenido y definición al término obsesivo colocándolo junto a la histeria en el conjunto de las neurosis.

“Tiene por origen un conflicto psíquico infantil, y una etiología sexual caracterizada por una fijación de la libido en el estadio anal. En el plano clínico, se pone de manifiesto por ritos conjuratorios de tipo religioso, síntomas obsesivos y por permanente rumiación mental, en la que intervienen dudas y escrúpulos que inhiben el pensamiento y la acción.” (Diccionario de Psicoanálisis; ROUDINESCO Elizabeth; Ed. Paidós)

Ahora en cristiano, según la teoría freudiana el proceso del desarrollo psicosexual consta de cinco etapas en las  que ciertas zonas del cuerpo tienen mayor carga libidinal; estas son: etapa oral, anal, fálica, latente y genital. En la etapa anal que se desarrolla más o menos entre el primer y segundo año del desarrollo del sujeto comienza el control de esfínteres, convirtiendo la zona anal en una fuente de placer y de intercambio con las figuras parentales (el sujeto en esta etapa de forma simbólica premia o castiga a los padres mediante las heces), por lo tanto un sujeto fijado en esta etapa puede presentar conducta orientadas al control, escrupulosidad, orden etc. Estas conductas son una formación reactiva, esta es un mecanismo de defensa en el que el sujeto realiza el contrario de su pulsión ya que esta no cumple con las características aceptables por el superyó.

Ahora la relación del ritualismo en el obsesivo con la fijación anal;  estos rituales que el sujeto con características obsesivas instaura, lo atormentan, pues sirven de forma simbólica para expiar la falta que la consecución de su deseo puede significar, falta que sería juzgada por la figura del superyó y que pondría en peligro la integridad del sujeto (como vimos en el complejo de Edipo la figura del padre que prohíbe el incesto con la madre da pie a la formación del superyó que es el ideal hacia el cual el sujeto debe dirigir sus acciones, y es esta instancia también la encargada de juzgar y recriminar al sujeto por sus acciones). Entonces no cumplir con el ritual significaría estar en falta o en deuda por lo que el sujeto se llena de dudas sobre si cumplió con su ritual o no.

Así vemos que el obsesivo está atrapado entre las pulsiones que el ello demanda para satisfacer y la prohibición amenazante que la figura del superyó representa, va a tratar de satisfacer a ambos, quedando  en medio atormentado por realizar el deseo  y la angustia que este le va a producir.