Después de estar atorados como una hora en Revolución por fin llegamos al Centro Cultural Helénico. O bueno, casi. El GPS de mi hermana nos llevó a una calle que no llevaba directamente al foro, así que nos estacionamos y caminamos un poco.
Pedimos nuestro boletos en la taquilla (sólo 140 pesos si eres estudiante) y “pasando la dulcería a la derecha”, como le decía la acomodadora a todas las personas que le entregaban un boleto, entramos al foro. No muy grande pero estaba repleto.
Ahora déjenme preguntarles ¿cuándo fue la última vez que fueron al teatro? Es una industria enorme en este país y sin embargo, conozco muy poca gente que frecuente estos lugares. Aunque muy probablemente sean las personas que me rodean porque con la cantidad de obras y foros que hay en la Ciudad se puede asumir que la gente si va mucho.
El caso es que fuimos a ver “Más pequeños que el Guggenheim”. Una obra extremadamente chistosa y llena de puntadas que te hacen reír hasta unos días después (eso lo estoy asumiendo pero al menos hoy, un día después, todavía me reí de algunos chistes).
Empieza la obra y verdaderamente no entiendes nada de lo que está sucediendo, para cuando acaba ya te enamoraste de todos los personajes y además disfrutaste de una comedia muy inteligente que hace que tu cerebro piense, por un ratito, de formas muy diferentes. Es como una obra dentro de la vida real, dentro de una obra que al final se convierte en otra… o algo así.
Si hace mucho que no van al teatro esta es la obra perfecta para retomar el hábito.
Está los martes a las 20:30 horas en el Teatro Helénico y se presentará hasta el 30 de junio.