[sws_blockquote_endquote align=”left” cite=”” quotestyle=”style04″] …por unos momentos todo tuvo sentido. [/sws_blockquote_endquote]
Mi calendario dice que debería de estar haciendo una reseña sobre Iron Man 3. Eso es algo que me gusta de mi calendario, nada de lo que está escrito se hace en el orden indicado. Hoy prefiero escribir sobre algo que ha estado dando vueltas en mi cabeza los últimos días.
Mucha gente sufre de depresión. Yo jamás he ido a un psiquiatra o a un psicólogo como para saber si la sufro. Pero el caso es que no siempre tengo muchas ganas de pararme en la mañana. Una pequeña voz me convence de que no hay problema si me quedo acostado otro rato. Ese rato se puede convertir en horas y acabo parándome más por hambre que por cualquier otra cosa.
Déjenme hacerles una pregunta ¿alguna vez han tratado de escuchar detenidamente una conversación que están teniendo dentro de un sueño? Yo sí, y cada vez que lo hago y trato de descifrar exactamente lo que me están tratando de comunicar, invariablemente la voz se convierte en un balbuceo sin sentido.
¿Por qué es esto? Muy sencillo. Cualquier conversación que estés teniendo en el sueño proviene puramente de ti. No hay nadie que esté metiendo ideas a tu cabeza mientras sueñas (al menos eso espero). Lo que significa que cada idea que tengas en un sueño, cada palabra que ‘escuches’, aunque te la haya dicho tu mamá (¡felicidades a todas las mamás!)… es tuya.
Entonces, lo que sucede es que al poner el 100% de tu atención en lo que la persona que está hablando te quiere decir ¡tú mismo dejas de generar el diálogo! Por lo tanto se vuelve ininteligible.
Hace unos días estaba sentado y estaba empezando a mal viajarme. O sea, mis pensamientos me estaban hundiendo más y más; estaban creando un problema que hacía 3 minutos no existía, una discusión en mi cabeza sobre algo irrelevante que, sin embargo, me estaba confundiendo.
En ese momento hice lo mismo que hago cuando estoy soñando: traté de escuchar exactamente lo que la voz decía. Al hacer esto la voz perdió todo el sentido, se quedo callada y se me olvidó completamente por lo que me estaba acomplejando; por unos momentos todo tuvo sentido.
Nosotros mismos generamos nuestra realidad a partir de nuestros propios pensamientos. No me refiero a que si dejamos de pensar en la silla en la que estamos sentados ésta va a desaparecer y vamos a acabar en el suelo, o que si nos imaginamos una galleta una aparecerá en nuestras manos. Lo que trato de decir es que cualquier cosa que pienses, infaliblemente proviene de ti mismo. Hasta el más pequeño de los pensamientos. Desde un “no me voy a levantar todavía” hasta un “nunca había estado tan contento”.
Esa pequeña voz que sugiere que no me levante, lo admita o no, soy yo mismo. Puede que se sienta ajena a mí, sin embargo no puede ser otra persona. Es imposible.
Creo que la clave está en aprender a escuchar lo que nos estamos diciendo todo el tiempo y fijarnos si son pensamientos positivos o negativos. Si son positivos ¡síguele! Si son negativos puedes hacer exactamente lo que yo hice, escúchalos con tanta atención que se dejen de generar; por unos momentos abrirás esa ventana que dejará que la brisa del presente acaricie tu rostro.