Para hablar de lo bien que va nuestro país, de las reformas, de los cambios, de la riqueza, de la lana, del bienestar, del control, para dar consejos a los demás países, llegarán a Suiza un grupo de mexicanos. Entre ellos el presidente de la nación (quien no preside nada), el Secretario de Gobernación (quien no gobierna nada) y un obeso banquero nacional quien se siente orgulloso por administrar la riqueza de 80 millones de pobres.

Con ellos una cuantiosa comitiva de  gorrones, familiares y amigos quienes haciendo bola aprovechan la oportunidad para conocer suiza gratuitamente y con un poco de suerte y a pesar de su limitado inglés, incluso podrían ligarse alguna que otra güera. Aunque muchos de los estados del país se incendian, para ellos, todos son sucesos simplemente independientes. En Michoacán el estado que suministra comida a la nación, después de 12 años de falta de autoridad los campesinos han tomado las armas y empiezan a hacer justicia contra el crimen organizado, quienes apoyados por los propios políticos federales y estatales venían matando, robando, violando y secuestrando pueblo por pueblo.

En días pasados, en el Estado de México, uno de los estados cercanos a la capital, se quemaron varias tiendas de una notable cadena de autoservicio, pero los embajadores de México no entienden ni el por qué, ni el cómo. Oaxaca un estado del sur con miles de maestros corruptos frena la educación nacional y en Sonora, estado del norte, los indígenas yaquis pelean por agua bloqueando la carretera estatal. Morelos e Hidalgo,  estados nombrados en honor a los héroes de la patria están también claramente amedrentados por grupos de narcotraficantes, aunque los políticos parecen no saberlo, o no quererlo saber. La gran mayoría de ellos han estudiado fuera o en las mejores universidades del país, no saben nada de pobreza, ni de hambre, ni de trabajo duro. Varios de ellos en meses recientes apenas se han enterado de que existe Michoacán.

Para todos, la pobreza, los sucesos  armados, los asaltos, las balas y los muertos, eran cosas aisladas, sin motivo y sin razón. Muchos de ellos nunca han visto a un pobre y tomar taxi, un microbús o subirse a una pecera es algo simplemente impensable, increíble y atroz. Venimos a Davos y estamos en Davos para hablar de lo bien que va nuestro país, de las reformas, de los cambios, de la riqueza, de la lana, del bienestar, del control, para dar consejos a los demás países. Venimos a Davos, un presidente que no preside, un gobernador que no gobierna, un banquero con 80 millones de pobres y un sequito de gorrones, a hablar bien de lo que no hacemos en el país, sabían todos, admitía ninguno. Presidente, comitiva y amigos Perdidos llegaron a Davos.

Para corroborar en un par de días…

Alfonso del Valle Azcué