¿Pero si los dos son amigos tuyos? Pues, las reglas cambian un poco. En otras palabras, no puedes participar en criticar a la otra persona y no puedes dedicarle todo tu tiempo a sólo uno de los dos si estás intentando mantenerte neutro.
Claro, si llevas mucho más tiempo siendo amigo d uno de los dos, luego te volviste amigo de su pareja hace relativamente poco, elegir un bando podría ser considerado aceptable y quizá sea de esperarse. Sin embargo, si los tres han sido amigos desde siempre, aquí se pone tensa y complicada la situación.
Sigue estas reglas si algún día terminas en esta situación para que los tres puedan superar esta ruptura:
1. Establece unas limitaciones desde un principio
Asumiendo que has sido amigo de los dos desde el principio y quieres que continúe así, no puedes y ni debes elegir un bando. Está bien escucharlos cuando se quejan del dolor y el enojo que sienten, pero resiste la tentación de compartir tus opiniones personales. Estas limitaciones son necesarias para que puedan confiar en tu cuando pases tiempo con la otra persona.
Tampoco divulgues lo que uno de los dos haga o te diga a la otra persona, puedes terminar empeorando las cosas con esa clase de chismes.
2. Prioriza tu tiempo
Si eres muy amigo de ambos, entonces puede que seas el único hombro para llorar de los dos, así que tienes que equilibrar tu tiempo cuidadosamente. Elige la actividad que mejor apoyará a cada persona. Por ejemplo, come algo con uno y ve al gimnasio con el otro. También procura que sea conveniente para tu horario, apoyar a una persona puede drenarte de tu energía, ni hablar de dos. Procura cuidarte también durante estos momentos.
3. No compartas en redes sociales
Incluso si ellos saben que estás en medio de toda su ruptura, esto no significa que uno ni el otro quieran ver fotos de ti con su ex. Quizá estén intentando evitar contacto en Facebook y cuando aparece tu foto con esa otra persona, puede ser hiriente. Trata de evitar compartir cosas de cualquiera de los dos por unos meses después de la ruptura.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.