El problema con comer por estrés o lo que sea, no es el comer en sí, sino lo que le sigue. Esto podría ser culpa por comer tanto, más estrés o incomodidad física por comer hasta que ya no te cabía nada más.
No es fácil cambiar estos hábitos alimenticios, pero ayuda recibir unos consejos como los que te daremos aquí:
Familiarizate con tus patrones de antojos
Considera mantener un diario de tu comida, apuntando la hora y las circunstancias bajo las que comiste cuando tienes antojos normalmente. Quizá te sientas abrumado después cenar por las cosas que tienes que hacer al día siguiente y empiezas a comer helado o lo que sea. Si conoces tus patrones, puedes reconocer cuando estás cayendo en ellos y te puedes detener para pensar si realmente tienes hambre.
Haz un esfuerzo consciente para planear todo lo que comes
Si el siempre tener fechas de entrega te tiene comiendo papas todo el tiempo, procura tener más consciente que debes de comer a una hora pre-establecida regularmente esos días. Planear cuándo comer el desayuno, la comida y la cena te ayuda a evitar comer sin pensar.
Mantén ocupada tu boca
Si estás particularmente estresado algún día, puede que ni relajarte te quite esa ansiedad por comer, así que en vez de sucumbir a ese impulso de comer alg, mejor mastica un poco de chicle o tómate un té. A veces sólo tienes que hacer que tu cerebro deje de pensar en comida con una sensación de tener algo en la boca para tranquilizar la mente.
No dejes de tomar agua ni de dormir
Es normal confundir la deshidratación con estar cansado o tener hambre o algún antojo, la sensación es similar. Cuando no bebes suficiente agua, tu cuerpo depende de sus reservas de energía, causando un antojo por algo dulce cuando en realidad necesitas agua.
Disfruta de lo que comes, pero hazlo con propósito
Si comes para reconfortarte, hazlo, pero hazlo una ocasión especial en el día para ti. Durante estos minutos, respira profundo y aprecia lo que sientes mientras comes. Si comes sin apreciar la comida, puede que sientas culpa después por sucumbir a tus tentaciones.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.